Maureen, por enésima vez, se asombró de cuántas connotaciones diferentes podía tener el silencio, como si la ausencia de palabras tuviera más posibilidades de expresión que las palabras mismas.
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Maureen, por enésima vez, se asombró de cuántas connotaciones diferentes podía tener el silencio, como si la ausencia de palabras tuviera más posibilidades de expresión que las palabras mismas.
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Por capricho de Dios, los seres humanos ya no podían abrir las aguas y ahora estaban obligados a construir puentes.
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Maureen no podía evitar estremecerse de placer con cada abrazo, que encerraba esa perfección que solo puede crear la casualidad.
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La oscuridad y la espera tienen el mismo color
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10 negritos