Lágrimas de oro

Cada cual cargue con la suerte que ha elegido.

Desde que tuvieron noticias de cómo había torturado a sus adversarios, los partidarios de Huáscar, y habían visto los cadáveres mutilados que estaban por todas partes, se había acrecentado la leyenda hasta el punto de que solo mencionar a Atahualpa ya provocaba espanto.

Cuando abandonó Trujillo era un niño mal mirado, un hijo bastardo de la Ropera que había conseguido el apellido Pizarro a duras penas. Ahora lo llamaban don Francisco, ¿qué habría pensado de él su padre? de haberlo visto ahora, ¿habría llegado a sentir aunque fuese una pizca de orgullo?

Cada cual cargue con la suerte que ha elegido

Nada que sea fácil nos engrandece"

Nunca la miseria duraba para siempre.

...pacificad acariciando con vuestra mano diestra mientras empuñáis fuerte la espada con la siniestra.

Ni el hambre, ni los años, ni el mismísimo Diablo que viniese podría con vos.

El deseo convertido en necesidad, en irreprimibles ganas de tener algo cueste lo que cueste. Y, cuando lo consigo, sufro al mismo tiempo un goce extremo y una gran decepción.

Todos cuántos habitan en estas tierras son ya vasallos del Emperador y como a tales se les han de aplicar las leyes.