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Flora Poste acaba de quedarse huérfana con tan solo diecinueve años y lo que menos le apetece es ponerse ya a trabajar para salir adelante, así que decide ponerse en contacto con las diferentes partes de su familia en Inglaterra en demanda de cobijo. Es así como cambia la cosmopolita, atractiva y refinada ciudad de Londres, por la vulgar y desaseada granja familiar de Cold Confort. Para matar su aburrimiento y saciar su naturaleza "metomentodo", hurdirá diferentes planes de mejora social para los peculiares miembros de la familia. A la vez que lidia con cierto recelo de éstos, inclinados a sospechar que la hija de Robert Poste solo viene a exigir "sus derechos". Pasado un inicio de la novela muy prometedor, y precedido de un brillante prefacio repleto de la ironía y el sarcasmo que va a inundar todo el relato, llegamos a un inmenso valle narrativo en el que su protagonista no padece el mayor mínimo contratiempo, lo cual te hace perder el interés en el relato. Seguramente intencionado por parte de la autora, cuyo objetivo con la obra no es otro que el del simple entretenimiento, y el de reírse de lo que en su tiempo era considerado alta literatura, haciendo incluso partícipe al lector de un juego en el que Gibbons va a sacar a relucir toda su "mala leche", marcando con asteriscos los párrafos que pueden ser considerados como buena literatura. Se trata de una lectura agradable, escrita con mucho gusto, ideal para intercalar entre obras más densas o profundas. Es incluso considerada como la novela cómica más perfecta de la literatura inglesa del s.XX. Salvando las enormes distancias con cada una de las obras con las que la voy a comparar, me recordó en ocasiones tanto a 'Los pazos de Ulloa' de doña Emilia, como nuestro Quijote, con claras influencias del estilo de Jane Austen, y en concreto de su obra 'Emma'. La comparación con la obra de la escritora gallega, la encuentro en esa llegada de nuestra protagonista a una casa en clara decadencia y con el propósito de "levantarla", así como en el enfrentamiento del mundo campesino y el de la gran ciudad. Con la obra maestra de Cervantes, por la lectura masiva de, en este caso, novelas románticas por parte de la protagonista, que la hacen actuar y pensar como si viviera en una de ellas. Es curiosa la nota del traductor antes de empezar la novela, en la que él mismo aclara que es preferible su lectura en el idioma original, puesto que ciertos juegos que Gibbons elabora con el lenguaje, son imposibles de traducir al español sin que pierdan parte de su gracia y significado. 'La hija de Robert Poste' supuso un gran éxito para su autora, que no dudó en crear diferentes secuelas a las que en un momento dado no me importaría acercarme. |
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