La espera

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Ay, miro al pasado y me doy cuenta de que he pecado de ilusa. Me creía que sabía a lo que me enfrentaba. Me creía que estaba preparada para este reencuentro con Keum Suk Gendry-Kim. Me creía que iba a llegar al punto final sin más. Sin dolor ni resaca emocional, habiendo disfrutado de los trazos y la historia creada por esta coreana. Y he disfrutado, incluso más que con 'Hierba', algo que creía totalmente imposible, pero eso no quita que haya sufrido mucho más de lo que me esperaba. Pienso en ello y en mi garganta un nudo se instala.

«Hace tiempo, le hice una promesa a mi madre: que encontraría al hijo que perdió. No sé como pude prometerle tal cosa.
En su momento, hablaba en serio.»

'La espera' me ha pillado por sorpresa, me ha golpeado y me ha dejado hecha polvo. Cada vez que recuerdo ciertos pasajes un escalofrío me atraviesa. Mientras intento poner en orden todo lo que he sentido se me ponen los pelos como escarpias. No es algo fácil de hacer ya que leer esta novela gráfica ha sido una experiencia llena de sentimientos muy extremos.

«No me dejaron ir al colegio porque era una niña. En esos tiempos las hijas casadas formaban parte de la otra familia y dejaban de ser una carga económica. La gente pensaba que por eso no había necesidad de educar a las niñas. Encima veían con malos ojos a las mujeres que estudiaban, alegando que el conocimiento las motivaba a menospreciar al marido.»

Presente y pasado se van alternando y entremezclando. Presente que sirve para rememorar, descubrir e indagar en todo lo que ha ocurrido en el pasado. La división de Corea y todo lo que esta trajo de su mano. Familias separadas de por vida, incertidumbre, dolor y frustración. Huidas, migración, pasar a ser un refugiado. Añoranza y falta de información. Ocupación, bombardeos, guerra y hambruna.

Basada en hechos reales, mezclando diferentes testimonios, esta novela gráfica se ha convertido en una de mis favoritas, en una de mis esenciales. Una auténtica joya.
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