Norte y Sur

Con sus casi 600 páginas, Norte y Sur es un libro que se mueve entre el drama victoriano y el retrato social de la sociedad industrial emergente en la Inglaterra de mediados del XIX. Es un libro extenso, que en su momento fue publicado por fascículos, y que a mí me ha dejado una sensación agridulce.

A través de Margaret, una joven que por motivos familiares abandona una tranquila zona rural para mudarse a una ciudad industrial, nos adentramos en esa sociedad donde la burguesía emergía como clase social dominante a costa de una clase obrera que era sometida a extensas jornadas laborales por salarios miserables. Sin duda este es el principal atractivo del libro para mí: a través de secundarios magníficos retrata el conflicto de clases existente, la organización sindical como herramienta de lucha frente a los patronos, las huelgas que eran reprimidas con dureza por parte de las fuerzas del orden en alianza con la burguesía, pero también las condiciones de miseria en la que vivían los trabajadores. Las discusiones que a este respecto la autora refleja en el libro son magníficas, aunque a veces se muestra algo tibia, intentando a través de su personaje femenino "reconciliar" dos clases sociales cuyos intereses las hacen irreconciliables.

Además, la autora retrata las emergentes ciudades industriales como espacios insalubres, masificados, sucios, contaminados, con un ritmo de vida frenético y con escasas posibilidades habitacionales debido a lo desorbitado de sus precios. Cambia el humo de las fábricas por el de los coches y bien podría estar hablando de cualquier gran ciudad europea contemporánea, con afección médica incluida debido a la contaminación que provoca la muerte.

Por otro lado, hay que reconocer en Margaret un personaje femenino admirable: soporta la carga emocional de su familia y el cortejo de un fabricante adinerado muy pesado que se dedica a tirarle los trastos y a intentar "protegerla" a lo largo de toda la novela, a pesar de que ella le deja claro desde un inicio que no es correspondido. de alguna manera, la autora acaba forzando un poco la maquinaria en el final, pero lo cierto es que la actitud de soberbia de Margaret hacia este señoro durante toda la novela me ha provocado alguna carcajada. Es que es muy cansino.

El libro alterna capítulos interesantes, con otros que pecan de exceso de drama gratuito. El libro gana fuerza por momentos y se desinfla por otros, y creo que es una dinámica que me pasa con los clásicos victorianos que se publicaban por fascículos (como La Dama de Blanco).

Con todo, es una lectura amena que solo por el retrato social posterior a la revolución industrial merece la pena leer.