Los recuerdos del porvenir

Elena Garro escribió este libro en 1963, cuatro años antes de la publicación de 'Cien años de soledad'. Cuesta resignarse a saber lo invisible que fue durante mucho tiempo y que años después sea considerada como precursora del realismo mágico produce algo de rabia. Incluso siendo la novela de García Márquez una de mis favoritas, me enfada no haber podido leer esta novela mucho antes, ya que la lectura complementaria de ambas sería un regalo.

Ixtepec, el pueblo protagonista de este libro, es a la vez testigo y narrador de lo que sucede en sus calles. Un pueblo único y que al mismo tiempo podría tener mil nombres en la historia de Latinoamérica. La época de la revolución de los cristeros en México es el marco en el que Garro nos ubica, sin embargo es algo casi anecdótico puesto que lo que de verdad se relata es ese bucle de violencia sin fin, de poder impuesto por balas y sogas, de revanchas y venganzas, de desconfianza y valor. Un relato demasiado real y repetido a lo largo de la Historia pero que aquí, con una voz de gran potencia y talento se nos antoja irrepetible.

Con dos partes muy diferenciadas, hay sin embargo símbolos y escenas que se conectan de manera magistral. Los relojes que son parados para luchar contra el paso del tiempo, perpetuando un día del que no se puede escapar; el embrujo de Julia y la locura lúcida del Juan Cariño; los barrotes y persianas del Hotel Jardín. Son tantos los detalles que cuesta nombrarlos o elegir, incluso cada nombre propio tiene su significado especial.

Y aunque se intente escapar a la opresión, aunque se trate de usar el amor como salvavidas, "Aquí la ilusión se paga con la vida" como bien dice Felipe Hurtado.

Esta novela merece el reconocimiento que tiene y más, no puede ser pasada por alto. Esta edición de Alfaguara incluye la visión de cinco escritoras (Cabezón Cámara, Mellado, Moreno, Nettel y Sanín) que supone un complemento fantástico a la lectura.