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Es la primera novela de Joël Dicker que no me ha parecido gran cosa. La he aprobado porque soy incapaz de que algo que escriba este autor no me guste, pero realmente la historia no tiene nada que la convierta en una gran historia. Tiene un argumento dilatadísimo para lo poco que cuenta en realidad, más de la mitad del libro es paja e información irrelevante para lo que debe ser un thriller, al fin y al cabo. Ha sido uno de los últimos audiolibros que he tenido la oportunidad de escuchar y pensé que iba a ser muchísimo más ameno de esta forma leerme semejante tocho, pero ni con esas; en muchos momentos me he aburrido y simplemente no tenía ganas de seguir porque la historia no avanzaba a buen ritmo y volvía una y otra vez a lo mismo, sin aportar datos nuevos y simplemente divagando sobre las vidas de los personajes pero sin centrarse en ese “enigma” del título. Creo que con esta novela el autor ha intentado repetir la misma fórmula que ya utilizó en sus anteriores novelas, una especie de metahistoria de la que él mismo, esta vez incluso llamándose Joël y siendo escritor, es otro de los personajes que se encuentra ese misterio y que quiere escribir sobre ello haciendo su particular investigación. Por mi parte, esta vez no ha funcionado conmigo como ya lo hizo, por ejemplo, con Marcus Goldman, distanciándose pero incluyéndose también de alguna manera. Ha sido un claro homenaje a su fallecido editor pero que a mí no ha terminado de conmoverme porque se me antojaba más de lo mismo. Aun así, su estilo y su calidad son innegables y hubiera quedado una historia bastante más efectiva si hubiera ido más al grano.
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