Plegaria en el asedio

Esta es una novela que recorre de forma pormenorizada casi cuatro años de experiencia de una guerra, de un asedio, una crónica de vivencias en primera persona, vista a través de los ojos de un joven de diecisiete años que se abisma atónito al infinito mar de horror que es la guerra, y que, entre sus furiosas olas, logrará hallar resquicios de esperanza, tablas de salvación. El lector queda encerrado junto con el protagonista en el barrio de Grbavica, bajo control enemigo, separado del resto de la ciudad por un puente, la única salida, inaccesible, rodeada de francotiradores. Y si algo nos demuestra esta novela es que no son las armas o la sombra de la muerte lo más aterrador; el terror se instala en la cotidianidad, en el día a día, en la rutina de la guerra, en la incertidumbre a la que se vio expuesta la población asediada. A merced del otro. Ángel o monstruo. Tan solo el refugio que se encuentra en el amor, la amistad y la esperanza nos mantiene en pie durante el asedio.

Hay algo que va más allá de esta historia, creo que es la verdad, toda aquella que hay tras una guerra. Todos somos conscientes de la muerte, destrucción, pero aquí el autor de algún modo nos arrolla.

Un joven queda aislado de todo lo que le une a la vida, pero allí donde los francotiradores lo acorralan, allí dónde sólo parece haber lugar para el horror, donde impera la humillación sobre el que no es de ese bando, allí encuentra también fuerza para vivir y un lugar dónde también hay espacio para la humanidad, donde hay luz bajo la desesperanza.

Grbavica puede darte todo, la peor de las muertes, una vida tortuosa, un anhelo tras un puente, pero también ese cobijo que todo ser humano necesita, aunque sea tras la líneas enemigas.

Para todos aquellos que recuerdan el día a día en el que era el penúltimo conflicto armado en Europa, aquí hay mucho de ese horror que nos encontramos en aquellos días. Esas huellas patentes hoy y de nuevo con toda la crudeza un poco más al noreste, no hacen más que patente la importancia de libros como este. Libros que van más allá de una guerra en un momento de la historia, porque será tan actual hoy como en el mañana.

Como hija de la generación del principio de los ochenta crecí traumatizada con este conflicto en mi infancia y y ahora ya adulta ejerce una extraña fascinación en mi y me obliga a leer todo aquello que cae en mis manos relacionado con el tema. Incluso he viajado por estas tierras años atrás, Croacia y Bosnia (Mostar, donde no hace falta alejarse del centro para comprobar in situ los horrores de la guerra al contemplar la huella de la metralleta y los esqueletos de edificios sin rehabilitar o los parques de la ciudad reconvertidos en cementerios a rebosar de tumbas).

Habiendo puesto los antecedentes, del libro en cuestión sólo puedo calificarlo como imprescindible, es un canto a la vida y una denuncia a todas las atrocidades de la guerra.

Es un libro para leer con calma y reflexionar.
En ocasiones es muy duro, angustioso, desesperante extremadamente desasosegante, oscuro, en el que la maldad, las injusticias te retorcerán el corazón, te harán sufrir y perderás la escasa fe que te quede en el ser humano, pero también habrá cabida para la esperanza, el amor/ amistad y la voluntad por sobrevivir aún en las peores condiciones.

El autor tiene un estilo muy característico con frases muy cortas, capítulos cortos en el que de forma aparentemente sencilla expone los hechos sin apenas descripciones o florituras.
La única pega para mi ha sido la de no nombrar muchas cosas veces los personajes por su nombre y los saltos por los distintos barrios de la ciudad que pueden provocar a veces un poco de caos y que te pierdas a veces por la lectura.