Asimilación

Después de una guerra nunca llega la paz, lo que llega es la victoria.
Marlín pertenece a una familia privilegiada que ha florecido al abrigo de un régimen totalitario que acaba de caer. Nieta de Gabriel Chabrol, un ministro bajo cuyo mandato florecieron los campos de concentración, las torturas y las técnicas de modificación de conducta más dudosas, para ella su abuelo era la persona a la que más quería en este mundo. Nada sabe o nada quiere saber de sus oscuros decretos, de sus reuniones o de los amigos que frecuentaba.
Conocer a César supone un punto de inflexión en su vida. Marlín tiene muy clara la separación entre el abuelo y el político genocida, pero al enamorarse perdidamente de César, un hombre que vive para dar caza a tipos como Gabriel, se pone todo su mundo de privilegios en entredicho. Por César está dispuesta a renunciar a todo aquello que recibió al nacer y a conformarse con un trabajo mediocre, una casa pequeña y una vida anodina tan solo amenizada por el amor que sienten el uno por el otro. Es una forma de amor al igual que es una manera de expiar los crímenes de su familia: dejar de lado sus privilegios cimentados sobre las vidas y las muertes de inocentes.
Eso salta por los aires el día que César tiene un accidente y, debido a su inmovilidad, han de buscar un lugar más amplio para permitirle una mejor recuperación y, de paso, dejar que Marlín respire un poco porque entre esas cuatro minúsculas paredes se ahoga. Decide llevarlo a Casa Tornés, donde pasó gran parte de su vida en compañía de su abuelo y allí, a falta de otra cosa, tiene tiempo para pensar y reflexionar.
Es Marlín la que nos va contando esta historia aturullándose con sus pensamientos, a veces inconexos, pero se las apaña para darles forma y que nos lleguen de manera más o menos ordenada. Su mente en ocasiones es una vorágine febril de palabras, de idas y venidas, de sensaciones, conceptos y percepciones porque su mundo se pone patas arriba de un momento a otro al percibir detalles nimios que cualquier otro habría pasado por alto. Con la paz y tranquilidad que dan la vida en una propiedad aislada y retirada en el campo, Marlín va de un sobresalto a otro porque no deja de hacer descubrimientos que ponen en duda todo lo que cree saber hasta ese instante.
La sensación que transmite el libro es de desasosiego y falta de seguridad; al verlo todo a través de Marlín, nos enteramos de las cosas a la vez con la peculiaridad de que ella se entiende a sí misma y tu, al leer el libro, caes en la maraña que es el cerebro de Marlín al intentar procesar lo que ocurre, así que no sabes qué terreno estás pisando. Ella a veces tampoco así que sus dudas, replanteamientos e ideas se van distorsionando y cambiando y tu llegas a sentir miedo por lo que le puede ocurrir, debido a lo atrevida y temeraria que llega a ser a veces.
Hasta ahora no he hablado de ciencia ficción y creo que ahí radica la grandeza del libro, en mezclarla con tramas e intrigas políticas, con el señalamiento y la falsa superioridad moral, con un matrimonio que se desmorona, en definitiva con elementos que permitirían ubicar la novela en cualquier espacio temporal pero que la sitúa en un futuro cercano introduciendo esos elementos en lo cotidiano, haciendo de ellos el objeto de la obsesión y exploración de Marlín y consiguiendo que te cuestiones y plantees donde habría que poner límite. Esa parte te toca descubrirla a ti junto con la protagonista.
Si no has leído nunca un libro de este género porque no te ha llamado la atención o porque no sabías qué te ibas a encontrar, este es uno muy bueno para empezar. A mi me ha gustado y sorprendido a partes iguales.

¿Qué es más peligroso, enterrar el pasado o sacarlo a la luz?

Somos la suma de lo que habríamos sido en absoluta libertad, de aquello en lo que nos han convertido, y de lo que nuestro entorno nos obliga a aparentar. Casi nunca desvelamos nuestro verdadero rostro. Ni siquiera a nuestros seres más queridos porque, en realidad, ¿Qué sabemos de ellos? ¿En qué porcentaje son como creemos y no están limitándose a mostrarnos sólo lo que esperamos ver?

No, no somos calculadores ni impostores por naturaleza. Somos seres adoctrinados por la sociedad y condicionados por la moral de aquellos con quienes convivimos. Tememos ser juzgados; tendemos a evitar demostrar afecto públicamente por los impopulares, por aquellos que han sido criticados, condenados o apartados. Pero ¿Hasta qué punto ese condicionamiento social no nos salva de nosotros mismos? ¿Somos realmente capaces de valorar con justicia a quienes tenemos más cerca sin vernos coartados por nuestros sentimientos?

Imaginad, por ejemplo, que fueseis nietos de un criminal de guerra que para vosotros hubiese sido el mejor de los abuelos. ¿Hasta qué punto podríais creer las atrocidades de que fuese acusado o, de creerlas, admitir que sus actos no tenían justificación alguna? Y, por otro lado, ¿Podríais vivir negando o reprimiendo vuestros sentimientos e ignorando las miradas acusatorias por ser incapaces de condenar abiertamente al monstruo?

Para salir de una encrucijada así sólo tendríais una opción: indagar en la vida de vuestro abuelo. En la del hombre y en la del criminal. Descubrir aquello que no os quiso mostrar. Averiguar los motivos que impulsaron sus actos y valorar las consecuencias de estos con total honestidad. Puede que al hacerlo descubráis que la mayoría se equivoca. O puede que vuestros sentimientos cambien y tengáis que preguntaros quién sois. Así que lo vuelvo a preguntar:

¿Qué es más peligroso, enterrar el pasado o sacarlo a la luz?


Amor, vergüenza, culpabilidad, odio... Estos son algunos de los ingredientes de Asimilación, una elegante e intensa distopía que no hace prisioneros. Que atrapa desde el inicio y que consigue transmitir al lector todo el dolor y el desamparo de Marlín, su protagonista. Una historia que discurre por inesperados senderos de su presente y su pasado (senderos condenados a converger) y que, con precisas y medidas pinceladas, retrata un triste y desgarrador futuro en el que algunas de nuestras peores pesadillas del pasado siglo amenazan con volver.

Eva García Guerrero se consolida, con esta obra (por si alguien albergaba dudas), como una de las mejores escritoras de la ciencia ficción española actual. Con la elegante prosa a la que nos tiene acostumbrados, consigue perfilar un personaje creíble y sin fisuras con el que es imposible no empatizar. Y a su alrededor, crear una trama asfixiante e imprevisible que se apoya en avances científicos y tecnológicos que serán una realidad en las próximas décadas.


Ingeniería genética, robótica, secretos y conspiraciones políticas se dan la mano en esta olla a presión cargada de sentimientos. Tened cuidado. No sólo con la onda expansiva, también con la oscuridad que de ella emana y que parece inherente al alma humana. Esa oscuridad impregna cada página amenazando con contaminar o asimilar todo lo que toca. Nada es inmune, ni siquiera el amor.

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Llevaba mucho queriendo leer este libro, y me lo reservé para mi viaje a Londres. No me gusta volar y necesito libros que me evadan del trayecto.

Lo malo es que lo abrí para echarle una ojeada un par de días antes de partir... y me lo acabé en dos sentadas.

ASIMILACIÓN habla de puntos de partida y de tomar responsabilidad para no caer en los mismos errores del pasado.
Me ha recordado que la Ciencia Ficción tiene una labor imprescindible para abrirnos los ojos al mundo, y lo comparo a joyas como 1984 o Fahrenheit 451.