Valentina: o cómo ser feliz sin magdalenas

No se sentía tan presionada con dependientas que no eran extradelgadas. (...) No sabía por qué tenía que juzgar a la gente por su peso, era lo mismo que hacían con ella.

¿Tendría que renunciar a todo eso para ser feliz? Pues qué camino a la felicidad más aburrido. ¿Y a las magdalenas también? No sabía cómo podría ser feliz sin magdalenas.