¡Si él hubiera estado ante mi lecho yo habría vivido en medio de la muerte!
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¡Si él hubiera estado ante mi lecho yo habría vivido en medio de la muerte!
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¡A todos llegará finalmente su día, sea sobre un blando almohadón de plumas o en el áspero fragor de la batalla, o en el patíbulo o el potro! ¡Uno de estos es nuestro destino!
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¡Ah! Quien pusiera ahora una espada en mi mano para asestar una herida ardiente a esa raza de víboras, quién me dijera donde alcanzar, machacar, destruir el corazón de su vida... ése sería mi amigo, mi ángel, mi dios... ¡lo adoraré!
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La ley ha convertido en paso de tortuga lo que podría haber sido vuelo de águila
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Me da asco de este siglo emborronador cuando leo sobre grandes hombres en mi Plutarco
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Quien no siente temor ante nada no es menos poderoso que aquél a quien todos temen
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La verdad, creo que arrojó a un montón lo más horroroso de cada raza humana y me hizo la mí con eso
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No la carne y la sangre, el corazón es lo que nos hace padres e hijos. Si no lo amáis más, ese monstruo tampoco será ya vuestro hijo, ni aunque lo hubieran cortado de vuestra carne
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Mirad esa franqueza, con qué hermosura se ha transformado en desvergüenza; ved esa ternura, con que suavidad arrulla a las mujerzuelas
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Siendo todavía muchacho un tras las muchachas, se prodigaba con jóvenes de la calle y chusma de la peor ralea por prados y montes, evitaba ver una iglesia como un malhechor la cárcel
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises