Las reinas son malas en el amor y una mujer que sabe amar se maneja mal con coronas
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Las reinas son malas en el amor y una mujer que sabe amar se maneja mal con coronas
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Yo no divido mis alegrías. Al hombre, al único que elija para mí, le entregaré todo. Sólo haré un regalo, pero será para siempre. Mi amor sólo hará feliz a uno, a uno, pero ese único hombre será dichoso como un dios.
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¡Considerar que el favor de una dama y la felicidad del amor es una mercancía con la que se puede comerciar! Se trata de lo único en el mundo que sólo puede ser comprado por sí mismo, pues el precio del amor es el amor. Se trata de un diamante de un valor incalculable, que yo regalaré o que me veré obligada a enterrar sin que nadie lo haya disfrutado
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Me encuentro ante un armario cerrado por un encantamiento ante el que nada puede hacer ninguna de mis llaves
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Pregúntame lo que quieras: si he pasado por alto algún cambio en tu humor, algún suspiro perdido en el aire, alguna sonrisa sustituida por una repentina seriedad ... Si ni siquiera se me han escapado los gestos y el aspecto que tienes mientras tu alma estaba ausente ...
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El hombre a quien la naturaleza ha adornado con unos dones que pocos poseen y que pueden hacer felices a millares, ¿ese hombre se siente infeliz? ¿Por qué el cielo que os dio todo, absolutamente todo, os privó sólo de unos ojos para poder ver vuestras victorias?
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En la corona sólo brillan las perlas y no las heridas con las que fueron logradas
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En mi pecho, brota un manantial de amor más fresco y apasionado que el de esos recipientes turbios y pantanosos que sólo se abren con el oro de Felipe
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Obligad a vuestros ojos nunca enturbiados por el llanto a aprender lo que son las lágrimas cuando aún estáis a tiempo. Si no ... si no tendrán que recuperar el tiempo perdido cuando llegue una hora difícil
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Las lágrimas son las que demuestran que somos seres humanos. Aquel que tenga los ojos secos es que no ha nacido de mujer
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises