Cuentos de fútbol argentino

Los cuentos de fútbol son una subespecie aún en formación, novedosa y que resulta rara a veces. La pasión deportiva no puede lucir la tradición literaria que las historias de amor, por supuesto: se ha escrito de amor siempre, mientras el fútbol apenas lleva un par de siglos entre nosotros. Ni siquiera puede compararse con la narrativa detectivesca o de fantasía épica, que puede lucir un remoto abuelo en La Odisea.


Además, si asesinatos, fantasías y romance son asuntos universales, que han sucedido en todos tiempos y lugares, el fútbol es apenas un asunto importante para los fanáticos, e incluso entre ellos no deja de ser un asunto superficial, una diversión que a veces se desarrolla anormalmente, como un cáncer que te enamorara, y ocupa los espacios emocionales que debiera ocupar la familia, el futuro y el amor.


Quizá por eso, al menos en español, la literatura de fútbol florece casi exclusivamente en Argentina: en el país de los loquitos por la pelota, donde el amor al fútbol se ha desarrollado anormalmente, y se ha convertido en una enseña de identidad nacional. Muchos autores se han animado a decir algo sobre el tema, ya sea para hablar de partidos profesionales, potreros perdidos o canchitas urbanas. Para hablar de jugadores, hinchas, árbitros o de la sociedad toda. Algunos apasionados, que sienten el fútbol como si fuera suyo, otros hablando desde afuera, como si estuvieran explorando un territorio que no sienten suyo.


Este libro es una compilación de esas historias, seleccionadas y prologadas por Roberto Fontanarrosa, que es un experto en la materia. Reúne a plumas de sobrado prestigo, como Jorge Luis Borges o Adolfo Bioy Casares, lo mismo que a autores conocidos localmente. Incluye a cultores del cuento de fútbol, como Osvaldo Soriano o el propio Fontanarrosa, junto a autores que no son asiduos al tema. E incluye también a tres mujeres, escritoras de antes del boom del fútbol femenino, pero que se animaron a acercarse a este mundo cuando aún olía a testosterona.


El resultado, a mi juicio, es desigual. Supongo que por el interés en ampliar el abanico de autores y cuentos, Fontanarrosa incluye textos que se escaquean del asunto, que tratan al fútbol con desidia, casi con desprecio, contándonos su relación con este deporte como si fueran antropólogos narrando las costumbres de un pueblo bárbaro. Textos que apenas pueden ocultar su asco. Y todo bien, a cualquiera puede no gustarle el fútbol... pero si vas a escribir un cuento, lo mínimo es que nos convenzas de que lo que vas a contar es interesante, no? Eso se siente,en mayor o menor medida, en los cuentos "Final", de Rodrigo Fresán, "El mundo es de los inocentes" de Luisa Valenzuela, y "Hoy comienza el campeonato y habrá fiesta para rato" de Diego Lucero, quien intenta hacer el retrato de un hincha típico y le sale una especie de chiste fácil a costillas del pueblo bruto e ignorante que enloquece detrás de una pelota. Así cualquiera.


Casi lo mismo ocurre con el cuento escrito por Borges y Bioy Casares: con una prosa elegantísima y un título en latín, ellos nos cuentan una historia de conspiraciones, con la excusa del fútbol. Se burlan de la posibilidad de que haya un poder en las sombras orquestándolo todo, y nos muestran al titiritero que mueve los hilos. Es un cuento impecable, claro está, pero que parece el cuento que escribirían dos señores que lo miran todo desde la altura, que jamás se ensuciaron los zapatos en una cancha y que ni siquiera entienden a la gente que se apasiona por una camiseta de colores brillantes.


En otros cuentos, en cambio, puede verse que están escritos con amor, aunque fustiguen las miserias del fútbol y quienes lo rodean: personalmente, me encantó "Falucho", de Pacho O'Donnell, que profundiza en la psicología de la desigualdad argentina, en lo que pasa por la cabeza de un hombre (y una clase social) que jamás ha conocido el éxito y sólo puede soñar con triunfar a través de su equipo. O "Milagro en Parque Chás", de Inés Fernández Moreno, el relato de una discreta maravilla, ocurrida cuando el deseo es más fuerte que la realidad. El recordatorio de que el fútbol es también el territorio de los sueños. O "Campitos" de Juan Sasturain, que hace un poquito de ciencia ficción de barrio, y nos cuenta la historia de un ingeniero que empezó a jugar con las estadísticas, y cuando descubre un secreto que podría hacerlo millonario vendiendo jugadores, decide callárselo, y dedicar su vida a cuidar el pasto de su club.


En fin. Dieciocho cuentos, donde no falta la crítica social, el humor, la profundidad psicológica o la especulación metafísica. Dieciocho miradas para un fenómeno que puede gustarte o no, pero seguro no te deja indiferente. Un lindo libro, para curiosear, para descubrir autores que jamás hubieras conocido (o al menos no en esta faceta) y para encontrarte con otros que ya son como viejos amigos.