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Jules y Will celebran su exclusiva boda en una isla en la costa de Irlanda. Es la boda del año, ambos son ricos y famosos, lo que ha despertado odio y envidia entre los invitados, así como viejos secretos del pasado de ambos. Una tormenta se ciñe sobre la ceremonia, en el momento de cortar el pastel se va la luz y aparece un cadáver. ¿Quién es el muerto y quién tenía los motivos de más peso para acabar con su vida en lo que debía ser un día memorable? Se trata de una obra al puro estilo Diez Negritos de Agatha Christie, una premisa que no deja de ser explotada una vez tras otra. Sin embargo, la autora ha sabido darle un toque personal; no conocemos la identidad de la víctima hasta el final. Además, el libro se centra exclusivamente en un lapso temporal de dos días, el día antes de la ceremonia y el día de la boda. Lo que permite crear una atmósfera asfixiante donde el lector en todo momento sabe que está pasando y donde se encuentran cada uno de los invitados. He disfrutado muchísimo su lectura. Es cierto que la premisa es poco original, pero es entretenida y tiene buenos giros. Realmente todos tienen un motivo para oponerse al enlace, así que la tensión es máxima y como es habitual, terminamos jugando al cluedo tratando de deducir quien ha podido tener la oportunidad idónea y el valor para cometer el crimen. No he dado con el culpable, así que eso también es un punto a favor. Además, la autora ha sabido transmitir muy bien el nerviosismo y la histeria de los personajes, así como el virulento clima y los increíbles paisajes de la isla. En resumen, una obra que os recomiendo mucho, es corta, es amena y si disfrutáis de adivinar quien es el culpable, y en este caso la víctima, en una familia llena de secretos y apariencias, sin duda que esta historia es para vosotros. |
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