Un título que nos remite a la dulzura de la melancolía y la nostalgia, un titulo que parece proponernos el regreso a un tiempo mejor y no olvidado. Se sostiene el libro de este joven autor porque sus relatos no aceptan quedar a merced de lo que el viento puede abatir, quebrar, romper. No se acercan a lo dubitativo, a un perezoso sí pero no. Las letras juntándose, las palabras sumando y las frases argumentales quedan sujetas y firmes. Relatos que salen a la caza de la excelencia, dando finales sorprendentes, que sueñan lo que consiguen. Acertados finales apartados de la improvisación. las historias que vienen en el libro se independizan unas de otras pero terminarán uniéndose, juntándose y clamando por una calidad imaginativa, que ya presumen que poseen. Un libro que sorprende, que parte de un cerebro joven que ha comenzado a andar, a andar a zancadas por el difícil mundo literario. Un joven que apenas si ha comenzado, pero que se atreve, que aspira a compartir el calor de la hoguera, junto con los que comenzaron en las letras encuadernadas con tapa, mucho antes que él. Notables las audaces e ingeniosas figuras, las voces que recogen el tono y el calor para dar acertados retratos , que juntan sorpresas de las que queremos más. Las luces literarias tintineaban como lo hacen los metales y el cristal cuando se acercan y se rozan, su tintineo puso el sonido, el tono y el acento. Atento Juan Flores, tomó cuantas partículas desprendía el armonioso tintineo, fantasía, creatividad, inventiva, ingenio y ganas, muchas ganas, que son los atributos literarios imprescindibles. La juventud se manifiesta audaz, en Juan Flores, viene bañada con un rebozado, con una cobertura de inteligencia creadora por la que se permea la sustancia fundamental que vive en su cerebro y que se sustenta en su opera prima. Frente al guirigay del abultadísimo escaparate de publicaciones de escasa enjundia y calidad, se nos propone un libro solvente que asegura el interés y la sorpresa continuada del lector hasta el final. Juan Flores en su Dulce Dolor consigue con solvencia lo que quizá solo había soñado para su libro. La sorpresa habita en todos y cada uno de los nueve relatos que nos regala trasladándonos a mundos diversos, a veces extraños, pero siempre impactantes. He tardado en leerlos, porque me detenía después de la lectura de cada uno. El relato llamado Prisionero, una gran historia a la que se unen más historias que reclaman nuestra atención y nos hacen extraviarnos, volver, y hasta volar. Lo mismo sucede con Río salvaje, un viaje de amor y muerte. al igual que El canto del mendigo y el inesperado final. Todos ellos son intrigantes, tienen fuerza y poder por los que deambular impregnados de mil sensaciones que nos acompañarán durante toda la lectura. En la segunda parte del libro la aportación va a ser poética, una poesía intimista, sensible, cálida, afortunada, que deja algún retazo con una significación de menor solvencia pero yo voy a destacar, y así lo quiero hacer, la general calidad poética de este autor y desde luego, a resaltar significativamente algunos de los versos que arman estos poemas. La poesía, esta poesía, recoge el poder, la fuerza, la autoridad y el dominio singular para hablarnos con sensibilidad de las emociones, las carencias, los sentimientos, las contradicciones, los miedos y las luchas de carácter humano. El autor se viste con ropajes de autoridad para desentrañar la maraña interior de lo humano de un modo generoso y compasivo. Las cuestiones que se van coleccionando para armar los poemas son reflejadas de manera brillante, a la altura de la singularidad y belleza de los títulos que preceden a su poética. Poesía que pretende soltar cinturones para ir desnudándonos poco a poco, dejándonos sin armas defensivas y así poder entregarnos al sentimiento puramente humano, animándonos a prohibirnos a nosotros mismos los ecos distópicos y favoreciendo la propia escucha íntima y desde ella poder salir a vivir lo soñado. Se refleja esta cuestión de forma brillante cuando manifiesta en uno de sus poemas, de título Frío, cuanto acabamos de señalar: “Yo he visto mis recuerdos viajar y crear cosas de las que todavía no he escrito”. Mis felicitaciones Juan Flores. + Leer más |