Cartas a Sandra

al recordarte no existes solamente tú. Está la ciudad solar que te envuelve y que yo veo sin verla cuando vienes a mi memoria.

lo que se ve mucho no se ve, hasta hojeo algunos libros que ya no me dicen nada en el todo que me dijeron.
Pero en los espacios en los que voy existiendo por fuera, tu imagen se queda esperando a que regrese para estar conmigo y sonreírme.

Es extraño que la vida entera se me resuma en una palabra. Posiblemente porque es la única que dice todo lo que ha valido la pena saber. Y se resuma también en tu imagen, en lo instantáneo de tu paso.
¿Volveré a escribirte? Para que vuelvas a existir en lo que escribo de ti. Rezágate hoy al menos un momento. Para que miremos la nieve en la montaña, los campos desiertos, para que oigamos en nosotros el silencio del mundo.

Porque nadie te sabría si yo no te supiese y no te hubiese encontrado para saberte.

Es extraño que la vida entera se me resuma en una palabra. Posiblemente porque es la única que dice todo lo que ha valido la pena saber. Y se resuma también en tu imagen, en lo instantáneo de tu paso.

Somos eternos dentro de nosotros mismos.

Te apreté la mano y tú apretaste la mía y sentí la evidencia de que nada nos podría separar.

Hoy al despertarme me he quedado horrorizado al ver que de noche me había deslizado hacia el centro de l cama. Me había acostado como siempre en mi lado, para dejar libre el tuyo en caso que decidieras volver y te acostaras. ¿Porque he ido al centro de la cama?, y sólo encuentro como repuesta que hayas muerto para siempre. Y me he quedado horrorizado de mi liberación. No te vayas todavía.

Es hora de que la tierra se libre de lo viejo y lo excedente… y siempre embargo, es necesario que yo exista para que también existas tú, no sé si lo has pensado alguna vez.

Hay en mí una lucha entre el deseo de olvidarte y de enloquecer contigo.