La mayoría de los gladiadores eran esclavos destinados a una muerte violenta, armas en mano. Unos pocos eran hombres libres que elegían intentar esa vida brutal y breve por la gloria que a veces cosechaban.
Pero sólo uno fue gladiador por destino. Caladus Sempronio Aldo concentra en su puño y en su filo toda la violencia del mito. El único problema es que está aquí, ahora... y sigue siendo el gladiador. Y algo más.