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La magia y la fantasía parten de una exageración de la realidad, realidad que en esta historia no necesita de la exageración para ser mágica, pues es suficiente con ver la realidad con los ojos de la niñez, que aunque consciente de las dificultades de su entorno, se permite seguir soñando, creando fabulas a su alrededor, retando a la vida en sus pequeñeces y buscando la fantasía en la amistad y los anhelos. Lenú, la narradora de esta historia y Lila la protagonista, quien a los ojos de su amiga se nos presenta como la mezcla perfecta, pero indefinible entre bondad y maldad, entre apasionamiento y desinterés, acompañadas por su exuberante imaginación y todo un compendio de voces conformado por amigos, maestros, familiares, nos brindan un retrato del día a día de la vida en un barrio pobre de Nápoles, que aunque parece distante en tiempo, sigue estando vigente con todas sus tonalidades, los odios generacionales, el deseo por salir adelante, ya sea con trabajo honesto o con la trampa, la falta de posibilidades de muchos niños para continuar sus estudios, los miedos y falencias de los padres depositados en los hijos y el descubrimiento de un mundo más allá de las fronteras físicas de ese pequeño lugar. La autora con su lenguaje sencillo y narrativa ágil logra atrapar nuestra atención, mostrándonos como este par de pequeñas amigas descubren el mundo, las relaciones, los sueños, las envidias y como también se auto descubren una a través de la otra bajo el estandarte competitivo que desde el primer momento ha sido el faro de su relación, mucho más allá del afecto sincero. Una obra cuya mayor virtud es el permitirnos entender los pensamientos de la mujer desde su niñez frente a una sociedad que insiste en coartar sus sueños, en imponerle moldes y modelos a seguir, pero que por persistencia empieza a encontrar un camino lejos de ese ser que siempre a sentido como su guía. |
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