Drácula 1: De Bram Stoker

Drácula de Fernando Fernández
Fernando Fernández nos sorprende en esta obra con una increíble adaptación a la historieta, donde el arte de la misma a sido llevada a cabo en oleos, dejándonos un festín de viñetas que tranquilamente podrían ser ampliadas y enmarcadas como si de cuadros se tratasen.
“Leer la novela de Bram Stoker es descubrir un “nuevo” Drácula. El auténtico Drácula. Una obra sugestiva y sugerente. Quiero, o intento, trasladar esas dos motivaciones al comic. Se puede “conectar” con la novela. Darle vida visual, interpretarla, ese sería el mejor partido que se le podría sacar. Lo otro, el pensar a priori en ello, no conduce más que a una suma de ilustraciones narcisistas.” (Fernando Fernández, Creepy, 1982)
Por otro lado es destacable en esta adaptación es la puesta en escena, ya que el montaje de cada momento de la obra comparte una gama de colores determinado creando un ambiente adecuado a lo que en esa página se cuenta. Para destacar es la escena donde Mina entabla una charla con su amiga Lucy, ambas se encuentran sentadas en las cercanías de precipicio que da al mar en las viñetas iniciales la escena es idílica llena de colores luminosos, dando la sensación de un día despejado y sereno. El tiempo que las mujeres permanecen en el lugar no solo está marcado por la voz en off o la charla en sí, sino que también hay una intención en los dibujos, pues cada viñeta se va oscureciendo indicando que se acerca una tormenta. al final de la página, en la última viñeta, las mujeres desaparecen de escena, tan solo se puede apreciar la imagen de una goleta flotando en el mar justo en el centro de una tormenta. En la página siguiente, la narración se centra en lo que sucede en dicha goleta, la cual trae a Inglaterra al siniestro conde.
“El aspecto más personal de Fernández en Drácula reside en la composición, el sentido de la línea y empleo del color. El toque del pintor es patente en cada paso, y la visión de pintor, identificable en cada viñeta. La inspiración de Fernández abarca el período comprendido entre el romanticismo y el expresionismo alemanes, desde Richter y von Schwind a Barlach y Munch: el fin de siglo en Mitteleuropa, de la que forma parte la legendaria Transilvania. En cambio, las escenas que se desarrollan en Inglaterra tienen más reminiscencias de Constable y Turner: tiempo y espacio son los guías del dibujante.” (Maurice Horn, 1984)
Uno de los puntos fuertes es la teatralidad en el manejo de la adaptación, pues la narración en primera persona, que realizan los personajes de la novela original, es remplazada por apenas unas intervenciones en off, a través de apoyaturas, dejando así que la historia se construya con los diálogos, los silencios y las acciones de cada personaje. Para el lector es como ver una obra teatral pues nada sucede hasta que es presentado ante él. Por otro lado son destacables las escenografías en las que se mueven los personajes, donde podemos ver la decadencia en la que vive Drácula o la vida casi idílica de Mina y Lucy.
En definitiva si bien Drácula de Fernando Fernández, es una adaptación libre de la novela original, consigue con creces el objetivo de ser fiel al texto de Bram Stoker y a su visión personal del mito del Conde. Es una obra siempre recomendable.