me resulta curioso que el mar parezca siempre el mismo, aunque nunca lo sea en realidad. Está ahí todos los días, con el mismo olor y casi el mismo aspecto, y, aun así, el agua no para de moverse y de cambiar. Cada marea trae y se lleva algo, y el mar que miraba hace cinco minutos tiene poco que ver con el que tengo delante ahora, aunque parezca que nada haya cambiado.
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