La muerte prematura de todo ser humano es una tragedia, pero aquellos que somos fanáticos de alguna disciplina (da igual cuál: puede ser arquitectura, pintura, literatura, deporte, etcétera) nos lamentamos un poco más cuando nos enteramos de la muerte a una edad muy temprana de alguien muy habilidoso. Decimos: ¡Que talento se perdió! ¡Cuantas obras habría escrito! Eso me sucede con C.E. Feiling. Su novela tiene una prosa inteligente y cuidada, y transcurre en una Buenos Aires de los años 90 (una época especial para mí, porque me remite inevitablemente a mi infancia y sonreí ante varias referencias mientras leía) donde lo espantoso se intercala con lo cotidiano y banal. Y cuando menos lo esperamos, el gore entra por la ventana como un asaltante. Otra cosa que me gustó fue que la novela desarrolla una mitología interesante, en base a conceptos como El Cerco, La Vigilia y los arcontes (un término que se originó, si mal no recuerdo, entre las sectas cristianas gnósticas). A grandes rasgos la narración vira entre Buenos Aires, barrio de San Telmo y algunos capítulos en Cuba. Me sorprendió que el autor describiera Cuba tal y como es: la mayoría de los escritores argentinos, a la hora de usar Cuba como escenario, la alaban como el paraíso de los proletarios y no como el infierno que es, donde la gente se escapa en balsas. Pero dejando de lado ese detalle, una excelente historia que empieza con lentitud y va acelerando progresivamente el paso, hasta la brutalidad de la conclusión. Admito que soy parcial, toda vez que también soy escritor de terror y por lo tanto fan del género, pero realmente recomiendo esta lectura. Especialmente, no me esperaba el final. + Leer más |