-En los espejos -le contó-, todos los demás olvidaron su nombre. Pero yo nunca olvidé el mí ¿Sabes por qué? Creo que es porque tú nunca lo olvidaste. Siempre estuviste ahí, con mi nombre en tu interior. -Apartó la mirada-. La mayoría no tiene eso, ¡Sabes? A alguien que nunca deje buscarlos, incluso cuando ya no hay esperanza. Creo que somos afortunados.
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