La tumba de Verne: Hacia la inmortalidad y la eterna juventud

La segunda novela del escritor cántabro Mariano Fernández Urresti plantea una interesante premisa alrededor de las teorías que se ciernen sobre la creación de la obra literaria de Julio Verne y según las cuales la masonería y diversas sociedades secretas pudieron haber influido decisivamente en su obra literaria. Partiendo de un planteamiento tan original e interesante cabría pensar que nos encontramos ante una novela adictiva, pero lo cierto es que, y aunque méritos no le faltan, en su conjunto, para mí, no termina de funcionar.

Los personajes principales me han parecido poco versátiles, he sentido que les faltaba alma y naturalidad. Además, cuando se nos refieren, con mucha frecuencia se repiten ciertas expresiones que creo innecesarias porque ya tenemos esa información. Por ejemplo, al referirse al personaje de Alexia, se incide en su parecido con Lauren Bacall y en lo alta y sofisticada que es. Algo parecido sucede con Ávalos, del que no pocas veces al mencionarlo se reitera la expresión "el viejo maestro jubilado". Males menores, cierto, pero que de haberse evitado, la lectura habría resultado más agradable.

Personajes secundarios que aparecen bien entrada la novela, como un abuelo y su nieta e incluso el novio de esta, no están desarrollados lo suficiente, algo que no tendría la mayor importancia (son secundarios al fin y al cabo) de no ser porque son los que tienen el honor de cerrar la novela y sobre los que recae el desenlace de la trama principal. A mi entender les falta hondura para que algunos actos suyos no resulten tan inverosímiles a ojos del lector (como cuando la nieta, estando gravísimo su abuelo -lo único que tiene en la vida- solo por una conversación con un extraño, lo deje y se vaya a Francia a investigar).

Reconozco, por otra parte, que estamos ante una novela de misterio y aventuras en la que se supone que todo está puesto al servicio de la trama y en la que elementos como la caracterización de los personajes podrían pasar a un segundo plano, pero ocurre que la propia trama en sí, pese a resultar entretenida, carece de un ritmo constante, es repetitiva y la intriga escasea. Me da la sensación de que la pasión y el vasto conocimiento del autor sobre los enigmas históricos han sido más fuertes que la propia creación literaria que queda en clara desventaja respecto a la información histórica que se nos brinda, pero no podemos olvidar que no estamos ante un ensayo o un artículo divulgativo, sino ante una novela.

El desenlace del libro tampoco ha sido de mi agrado por fantasioso e inverosímil. Cierto que es un libro de ficción y las cosas no tienen que ser reales, pero creo que al menos deben parecerlo y, en mi honesta opinión, este final no lo consigue.

Por suerte, el libro está muy bien documentado, es muy instructivo y permite conocer aspectos poco conocidos de la figura de Julio Verne. La información más minuciosa se ofrece en las notas a pie de página para que sea el lector quien decida si pasar de puntillas o sumergirse en ellas para un mayor conocimiento. Esas notas no solo comprenden referencias a Julio Verne sino también a todos y cada uno de los hechos relevantes que se mencionan en la trama: la ciudad de Cuenca, Edgar Allan Poe, Alexandre Dumas, Federico García Lorca, las leyendas locales que se mencionan… Como digo, leer esas notas es opción del lector pero yo recomiendo hacerlo porque son verdaderamente interesantes y una prueba del titánico trabajo de investigación que ha hecho el autor.

La profusa información sobre Julio Verne junto con la carta -muy conseguida literariamente hablando- atribuida a su sobrino Gaston y que vamos conociendo poco a poco a lo largo de la novela, e incluso la nota final del autor esclareciendo los hechos del libro son, a mi parecer, lo más atractivo y destacable de esta historia.

Gerardo García Ávalos, un profesor jubilado y autor de libros relacionados con el misterio, recibe una misteriosa nota que le reta a resolver un acertijo. Si lo logra, recibirá una valiosa información sobre Julio Verne, protagonista de su último artículo periodístico.

Las cartas, remitidas por alguien que se hace llamar Nemo, desvelan la razón por la que Gaston, sobrino del insigne autor francés, disparó contra su tío en la entrada de su casa. Una información tan valiosa como peligrosa, puesto que hay gente empeñada en que esa información no salga a la luz.

La extraña muerte del profesor hará que su amigo Miguel Capellán, un periodista sin escrúpulos, y su hija Alexia continúen su investigación para descubrir la identidad de Nemo y resolver el misterio que dejan entrever las misivas.

“La tumba de Verne, de Mariano Fernández Urresti, es una novela de ficción en la que el autor responde a la pregunta que todos los lectores de Verne nos hemos hecho alguna vez: ¿Cómo pudo anticipar la creación de los submarinos eléctricos o la llegada del hombre a la luna?

La respuesta a esa pregunta se revela en una intrincada trama en la que no solo nos desvela curiosidades sobre Verne, sino también su admiración por Edgar Allan Poe o su relación con la Sociedad de la Niebla; una misteriosa sociedad hermética a la que pertenecían otros personajes ilustres como Dumas, George Sand o el pintor Delacroix.

¡La novela es una maravilla! Mezclando ficción e historia, el autor invita al lector a un viaje por los escenarios relacionados con la vida de Julio Verne y también a recordar la extensa bibliografía del autor que incluye títulos menos conocidos, al menos para mí, como “La esfinge de los hielos” (continuación de “La narración de Arthur Gordon Pym” de Poe), o “Mathias Sandorf” (homenaje a El conde de Montecristo de Dumas).

En el libro se combinan la narración en tercera persona y las cartas que Nemo remite a Ávalos. Algo que me ha parecido sumamente original y que aporta más intriga a una historia en la que el enigma no se resuelve hasta las últimas páginas.

Una vez más, Mariano Fernández Urresti nos muestra su gran talento para contar historias y sumergirte en una maravillosa aventura que te mantiene en vilo de principio a fin.

“Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad.”
Julio Verne