Estremecedor, durísimo, deslumbrante, hermoso como un arcoiris una mañana gris en un día que no llega a amanecer. Escrito desde el recuerdo, veinte años atrás de aquellos trece meses que sacudieron el vecindario con su tragedia (tan anunciada, tan incomprensible, tan en armonía con la decadencia), desde la fascinación, por un coro de compañeros para los que la vida nunca será igual. La narración en primera persona **del plural** es histórica, el desasosiego palpable en la elección de los matices con una espectacular presencia de los olores también lo es. Aquella vieja máxima de "la belleza será convulso o no será" nos aparece aquí con un sentido nuevo, inédito, virgen. |