Cómo cocinar un lobo

Leí que la familia es un árbol, aunque me parece un mapa,
con sus bloques de tierra
personas y distancias
zonas peligrosas y ciudades a las que no volveremos.
(…)
Una familia también
se parece a una preguntita
que alguien planta en el origen y
nunca nadie responde.

todas las casas
en las que viví me parecen la misma.

Me resistí hasta este verso: no puedo ser feliz
si entiendo tanto.

Un chico dijo que la luna y el sol
deberían aprender de los vendedores del tren
y no empezar a brillar hasta que el otro termine.

esperar y temer a veces son lo mismo,
mejor dicho, no hay forma de temer que no sea
adentro de la espera. Después,
cuando las cosas malas pasan, pasan,
y ya no hay miedo, nace el dolor,
que es un hijo fuerte, tirano
y conquistador, el hijo sano de una madre asustada
que unos días antes de morir lo mira a los ojos
y le pregunta ¿y vos quién sos?,
¿dónde está mi hijo?

Ella por las noches leía y él por las noches se iba.
Así, mi madre me enseñó los libros, mi padre, a escapar.
Los dos, a su manera, a vivir sola.

Cuando él murió
las palabras se ordenaron detrás como un cortejo.
Cuando ella murió, volví al limbo
sin lenguaje.
Entonces pensé que mi padre era la escritura
y mi madre, el tema.

De lo que me dejaron podré hacer crecer mi escritura. Lo que callaron quizás lo haga poema.