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No voy a decir nada de esta novela porque, sencillamente, no puedo describir lo que me ha hecho sentir, no puedo. Se ha ido llenando de post-its lentamente, sin darme cuenta, de mis propias lágimas (las mismas que ahora, aun habiéndolo acabado, siguen saliendo de mis ojos) y de las risas que he soltado sin darme cuenta. La historia de Arielle se ha metido de lleno en mi corazón sin siquiera darme cuenta, ha entrado como una bala disparada sin piedad y se ha quedado incrustada ahí dentro, sin nadie lo suficientemente habilidoso para poder sacarla de ahí sin destrozarme en el intento. Pero tampoco quiero que nadie lo intente. Al principio tenía miedo, tenía miedo de leer esta historia y encontrarme en las palabras de Arielle, tenía miedo de abrirme... Pero este libro destroza y recompone. Tienes que abrirte en canal, tienes que aceptarte y, sobre todo, tienes que encontrarte al leerlo. Yo me he encontrado en muchas de las palabras de Arielle, en tantas, que he dejado de contarlas, y abrirme en canal, dejar que su historia me rompiese y me recomponiese, ha sido una de las mejores decisiones que pude haber tomado. Ya en el primer capítulo supe que iba a sufrir, creo que lo sabía antes de coger el libro incluso, pero no quería aceptarlo. Seguí leyendo y lloré más, reí más... viví más. Viví con ellos, con sus historias, con sus miedos y sus alegrías, y me abrí en canal a ellos, a su fuerza y a sus miedos. No puedo describir con palabras, ni con todos los caracteres del mundo, todo lo que esta novela me ha hecho sentir, es imposible, inefable, y tampoco tengo palabras suficientes para agradecerte a ti, Bea, si es que estás leyendo esto, que escribieses la historia de Arielle, Jem, Nathan, Claire y los demás, sencillamente, el término «gracias» se me queda corto, pero aun así: gracias, una y mil veces gracias. Le daría más estrellas porque se merece todas las del firmamento, pero Goodreads solo me deja poner cinco, pero quería decirlo. |
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