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Crítica de Susana


Susana
19 September 2020
No sé ni por dónde empezar a escribir esta reseña. He acabado el libro hará unas tres horas y sigo con la piel de gallina, angustia en el cuerpo y el frío metido en los huesos. Y no dejo de darle vueltas a detalles y pistas que la autora va metiendo a lo largo de la lectura y que, una vez acabado el libro, te das cuenta que son de esas cosas que dices, ay, pero si lo tenía delante. Os prometo que no me he visto venir el desenlace ni sus consecuencias en ningún momento y eso que soy como se suele decir “carne de thriller”, pero este me ha pillado totalmente desprevenida. Pero no me adelanto, os cuento en orden. La oscuridad que conoces es, como se intuye por el título, un libro oscuro y lúgubre (siempre me ha encantado esta palabra y adoro poder usarla de vez en cuando). Nos encontramos ante una historia dura, real muy real, con personajes rotos, destrozados en algunos casos, con oscuridad por todas partes, fijaos si es tal esa oscuridad que hasta cuando estás leyendo una escena que se desarrolla a plena luz del día te da la sensación de que o es de noche o está nublado o estamos en un callejón oscuro sin luz de ningún tipo. Es brutal. Las únicas notas de luz o brillo que aparecen en la novela las aporta Junie a través de los recuerdos de su madre, Eve, nuestra protagonista. Eve es una mujer en apariencia débil y frágil, pero nada que ver, pronto nos deja claro que ella es todo lo contrario. La historia comienza con el asesinato de dos menores de 12 años, Izzy y Junie y a lo largo de sus páginas iremos descubriendo pistas y detalles que nos irán a ratos metiéndonos en callejones sin salida a ratos en la dirección correcta hacía la resolución de los asesinatos. El libro está narrado en primera persona por Eve, la madre de Junie, por lo que conocemos de primera mano sus sensaciones, sentimientos y sospechas. Me ha encantado que sea la propia Eve la que nos vaya llevando por la historia, porque no es una investigación al uso, si no que ella siguiendo su instinto a veces y otra escuchando a su alrededor, va llegando al final del túnel encontrando respuestas a todas las cuestiones posibles. La narrativa es exquisita, la autora no se recrea para nada en temas escabrosos o detalles innecesarios, trata con una delicadeza excelente el tema y la narración no decae en ningún momento. Como en todo thriller tenemos varios personajes con más o menos peso y confieso que todos, bueno casi todos, me han parecido culpables en algún momento. Solamente dos de estos personajes los tenía en la lista de inocentes por completo y mira por donde que ha sido uno de ellos el que ha resultado ser el auténtico culpable de todo. O de casi todo. Si habéis leído el libro me entenderéis, no quiero contar mucho más porque es mejor que seáis vosotros mismos los que vayáis descubriendo y sorprendiendo según pasáis las páginas. Si no lo habéis leído os lo recomiendo porque además se lee casi, casi de una sentada, dos mañanas me ha durado a mí. Hay un par de giros que al menos a mí me han dejado con los ojos como platos y el final, el final es brutal. Todo. Las últimas 20 páginas te dejan sin aliento y al cerrar el libro no sabréis si gritar, llorar o caeros de culo. Literal. Además, como añadido, su portada que es sobria y muy elegante cobra más protagonismos todavía al acabar el libro porque entiendes el verdadero significado tanto de la imagen como del título de la novela. Y a mí que queréis que os diga, pero estas cosas tan cuidadas me ganan todavía más.
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