Un jardín en Venecia

La última fragancia de la casa francesa Hermès rinde homenaje a un jardín secreto que está en Venecia, ciudad que esconde el sueño hecho realidad de un aristócrata inglés que, como tantos otros en el siglo XIX, dejó atrás las frías tierras inglesas, instalándose en Italia en busca de un clima más benigno, atraído por las ruinas arqueológicas y la arquitectura renacentista.
Frederic Eden, que así se llamaba el dueño del jardín, adquirió éste en 1884 y junto a su mujer Caroline (hermana mayor de Gertrude Jekyll, famosa creadora de jardines) transformó lo que en principio era un huerto en un maravilloso jardín que visitaron muchos de los intelectuales de la época como Rilke, Proust, Cocteau o d'Annunzio, llegando a aparecer en las obras de algunos de ellos (Los papeles de Aspern de Henry James)
Eden fue en todo momento consciente de lo complicado que resultaba su empeño, y sin embargo consiguió crear, no solo un hermoso jardín, si no el más grande de toda Venecia. La historia de esta aventura la relatará el mismo y su escrito se publicó en 1903 en Country Life con el título de A garden in Venice.
“Hay un jardín en Venecia que ahora está encerrado en su misterio como esperando una resurrección, un jardín que conoció el esplendor y que ahora se devora a sí mismo. Es el jardín que todos conocen por el nombre de su creador: Eden”
En poco más de cien páginas Eden nos transporta a otra época, y de su mano viajamos hasta la Italia del XIX, para ser testigos del nacimiento de su jardín paso a paso. Descubriremos junto a él que la tierra de Venecia no es la más apropiada para determinadas flores (de hecho se dice de ella “Venezia, tomba dei fiore”, Venecia tumba de las flores) que los furlani son hombres muy trabajadores que llegan en invierno a vender castañas calientes y peras cocidas, asistiremos a la fiesta del Redentore, conoceremos las variedades de rosas más propicias al aire salado, y disfrutaremos, aunque sea en la distancia, de los primeros rayos de sol saliendo por el Adriático.
Este librito es una auténtica joya. El autor comparte su día a día en el jardín con el lector, y le hace cómplice de las costumbres venecianas, de los caprichos de las plantas, y de la creación de un hito en aquella época que podría haber perdurado en el tiempo, pero que, lastimosamente, cayó en manos de un excéntrico artista que malgastó todo el trabajo invertido. Pero sobre todo es una joya porque nos habla de un recóndito lugar, un espacio de soledad y belleza que permanece escondido a los ojos humanos desde hace años. Y esto, en una sociedad globalizada, en una ciudad como Venecia asediada por el turismo, parece un auténtico milagro, es un milagro. Quizá sólo algún ruiseñor o un mirlo, las orugas y las larvas, los caracoles y las mariposas blancas de las que habla Eden sean los únicos seres vivos que disfrutarán por muchos años de este singular lugar.
“Estoy cansado del rosa y del gris, del azul y del rojo. Ansío la tierra seca y los árboles verdes y los matorrales y las flores; ansío un jardín”
Y dicho y hecho se puso a ello. Una lectura deliciosa para amantes de la jardinería, y para quienes quieran descubrir otra Venecia, otra época, otro sueño cumplido. Gracias Gallo Nero por editar esta hermosa pequeñez.


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