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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
17 December 2022
Hace cosas de tres años, la editorial dÉpoca publicó Una pareja casi perfecta, de Emily Eden (The Semi-Attached Couple en inglés), libro que tenía una especie de companion llamado The Semi-Detached House, que es el que acaba de publicar ahora Libros de Seda bajo el título Los vecinos de lady Chester. Hablo de companions porque se llaman prácticamente igual y en inglés se suelen publicar juntos en un mismo volumen, pero realmente son historias independientes, la autora las escribió en etapas de su vida totalmente distintas y no comparten ningún personaje entre ellas (al menos hasta donde yo he podido ver y recordar). El caso es que tenía muchísimas ganas de leerla desde que la editorial anuncio hace meses su publicación, y ha sido comprarla y ponerme con ella (que me perdonen mis tropecientos pendientes). Os cuento.

Blanche (lady Chester) es una jovencita de apenas dieciocho años que se ha casado muy recientemente, que está embarazada y que acaba de enterarse de que a su marido lo trasladan durante varios meses a Berlín. Este desafortunado hecho implica no solo los celos de la recién casada, que cree que su Arthur se encaprichará de cualquier alemana que se cruce en su camino, sino que debe trasladarse a un lugar donde tenga paz y tranquilidad en su estado de buena esperanza mientras espera el regreso de su marido. El lugar elegido es Pleasance, alejado del bullicio de Londres, cuyo único fallo consiste en ser una casa adosada. Blanche, quisquillosa y llena de prejuicios, ya ha dedicido que habrá un niño insoportable, que la madre del niño será entrometida y también insoportable, que habrá gente tocando el piano molestando a todas horas y que llevarán mitones negros (¡horror!). El caso es que da igual lo negro que vea el futuro que finalmente acaba trasladándose a Pleasance junto a su hermana, Aileen, y pronto es testigo de que efectivamente tiene por vecinos a un niño, a su madre y a unas damiselas que cantan y tocan el piano, pero todo lo demás que ocurre a continuación no lo espera ni por asomo.
 
Quizá debería empezar por comentar qué significa realmente semi-detached house, que no es realmente una casa adosada (o no lo que entendemos por casa adosada en España), y eso es muy importante para entender el concepto mismo de la novela. Aquí, una casa adosada es la que se encuentra adosada a la izquierda por una casa y a la derecha por otra casa, es decir, que comparte ambos costados con otras dos casas correspondientes, formando así una hilera de casas de mayor o menor extensión. En inglés, a eso se le llama terraced houses. Cuando se habla de semi-detached house, lo importante precisamente está en ese semi, es decir, que la casa solo comparte uno de los costados con otra casa, el otro costado queda libre. En resumen, son agrupaciones de solo dos casas (de dos plantas normalmente) unidas por una pared, y son muy típicas en el Reino Unido. Este tipo de casa es la que se describe en la novela y la que tanto disgusta en un principio a lady Chester, porque por mucho que quieras, resulta inevitable relacionarse con la familia que vive pared con pared y con la que muchas veces se comparte incluso jardín trasero y demás. Es como un solo edificio dividido por la mitad, y hay más independencia en vivir en una casa en hilera con otras diez casas que en vivir en un conjunto aislado de dos casas unidas. Espero que entendáis a qué me refiero porque me explico fatal :)

Dicho todo esto, vamos al meollo del asunto :)
 
Los vecinos de lady Chester se asienta sobre todo en tres puntales: los personajes y sus diálogos, el conocimiento que tenía la autora de la aristocracia y la nueva burguesía que se estaba abriendo camino en la sociedad de la época y, por último, el sentido del humor fino y constante que impregna cada página de la historia. Todo esto se combina para dar vida a una historia sencilla pero adorable, de esas que no albergan mayores pretensiones pero que hace falta leer de vez en cuando simplemente por el gusto de leer y disfrutar. Si os digo la verdad, yo he visto a la autora más suelta y confiada en Los vecinos de lady Chester que en Una pareja casi perfecta (algo también normal, se escribieron con unos treinta años de diferencia), como si se lo hubiese pasado en grande escribiéndola, sin presiones, divirtiéndose al recrear a esta gama tan peculiar de personajes y poniéndolos en situaciones y conversaciones donde podía sacar a pasear su ingenio y su ironía. Creo que cuando un autor disfruta dando forma y vida a una historia consigue trapasar el papel y trasladarle al lector ese sentimiento de gozo y satisfacción, y eso he sentido yo leyendo este libro: desde el principio hasta el final he tenido la sonrisa danzando en la boca.

Os hablaba de los personajes, y es que no falta de nada en la novela. En la casa principal de Pleasance tenemos a lady Chester (caprichosa, prejuiciosa pero de buen corazón) y a su hermana Aileen (que es más buena que el pan), con las visitas ocasionales de tía Sarah, que es la voz de la razón y sabe muy bien como llevar a su antojadiza sobrina; luego tenemos a la familia Hopkinson en la casa adosada, compuesta por la señora Hopkinson (matrona que se hace querer por todo el mundo aunque no quiere ir a ninguna parte por no molestar), sus dos hijas, Janet y Rose (educadas, modestas y muy bien avenidas), y el pequeño Charlie, sobrino de ambas e hijo del señor Willis (no os quiero liar con relaciones familiares, pero este señor, que es viudo y jamás amó a su esposa en vida, ahora parece el viudo de Inglaterra... bien le hace falta una mujer que le cante las cuarenta). ¿Quién es el señor de esta casa? El capitán Hopkinson, y como por no faltar no faltan ni las casualidades pilladas con pinzas, resulta que tiene una relación muy directa con lord Chester, el marido ausente de nuestra protagonista. ¿Qué más? Pues también tenemos a los imprescindibles aristócratas arrogantes que les falta cuello para estirarlo cuando están con la plebe y que solo están pendientes de aparentar, a una jovencita que va de frívola y borde cuando es muy sensata y tiene muy buen corazón, un coadjutor rompecorazones (aunque sea de manera involuntaria), un médico de esos que te ayuda a nacer y luego ayuda a nacer a tus hijos, jovencitos encantadores enamorados de jovencitas encantadoras... Hay tanto personaje que esto parece el camarote de los hermanos Marx, pero todos tienen su sitio y, aunque al principio parezca un poco lioso, la madeja se va desenredando adecuadamente.
 
Los vecinos de lady Chester trata, en definitiva, de la relación entre tres familias (los Chester, los Hopkinson y los Sampson, que son los aristócratas estirados esos de los que os hablo), y de las escenas que comparten, las conversaciones y diálogos que cruzan y los enredos que inevitablemente surgen. Entre ellos evoluciona la amistad (en unos casos) y la antipatía (en otros), aprenden a confiar y a saltarse barreras de clase y convenciones sociales, se ayudan los unos a los otros, evolucionan como personas y, al final, cuidan unos de otros como si fueran una sola familia (menos los estirados, claro, no lo digo más veces). Hay romance, es inevitable, pero sin cursilería ni gazmoñería, que en este libro todo tiene encanto; algunos aman en secreto, de manera platónica que luego no lo es tanto; otros amores nacen de no se sabe donde, como en contra de los deseos de uno, pero pisando fuerte y con raíces muy hondas. Hay complicidad, comadreo, un poco de lengua viperina cuando es menester, y hasta se nos cuela una especie de misterio que no lo es tanto porque se ve venir desde la conchinchina, pero da absolutamente igual porque aquí hemos venido a tomarnos un té y unos sándwiches de pepinillo, no a devanarnos los sesos.

Y a todo esto, a mí lo que me ha gustado el estilo de la autora, que como ya digo está menos encorsetado que en su anterior novela. Busca la complicidad del lector, su sonrisa, su camaradería, hacerle pasar un rato entretenido y agradable, y lo consigue con creces. Sé que no todo el humor es igual, que no todo el mundo comulga con la ironía británica sutil y amable, pero Emily Eden lo despliega de una manera natural y deliciosa, nada forzada y con mucho encanto y exquisitez. Los vecinos de lady Chester es de esos libros de los que algunos dirán que no pasa nada, que solo son un grupo de ingleses reuniéndose para tomar el té, celebrando fiestas en el jardín, sorteando malos entendidos, enamorándose en secreto, siendo carismáticos cada vez que abren la boca, descubriendo el amor donde menos se espera, dejando atrás prejuicios, haciendo y devolviendo visitas... y sí, es todo esto, y a mucha honra. Todo se ve según los ojos con que se mire. Si buscas una joya de la literatura universal, pues no, la verdad, mejor abre otro libro. Si te apetece una lectura tranquila, amable, con chispa, personalidad y mucho encanto, la vas a disfrutar sin lugar a dudas, porque la autora te lo pone fácil para conectar tanto con la historia como con los personajes.
 
Y que no se me olvide mencionar la importancia que da Emily Eden a los marinos que comenzaron a hacer carrera y fortuna en Inglaterra desde principios del siglo XIX y que, aun no perteneciendo a la clase alta social británica, tenían lo que muchos de esos aristócratas no tenían: dinero, y creedme si os digo que este dato es muy importante en el devenir de la novela, aunque no pueda decir más al respecto. Con este personaje (el capitán Hopkinson), y dada su admiración por Jane Austen, yo creo (quiero creer) que Emily Eden hace un claro homenaje al capitán Wentworth de Persuasión, que bien recordaréis regresa rico muchos años después a la vida de Anne Elliot tras ser despreciado por no tener oficio ni beneficio... pero vamos, que probablemente me ciegue mi amor por Persuasión... y por el capitán Wentworth.

Si no os ha interesado el libro hasta aquí ya no os va a interesar, así que voy terminando. Qué pena que Emily Eden no escribiese más novelas que Una pareja casi perfecta y Los vecinos de lady Chester, porque estoy segura de que nos hubiese regalado muchos momentos cozy y divertidos. Aun así debemos dar gracias por estas dos obras y por poder disfrutar ya de ambas en castellano. La paciencia es una virtud, y con los clásicos que se alejan de lo trillado hay que tener mucho, pero que mucho aguante mientras se espera. Que por cierto, sus cartas en inglés sí están publicadas, pero no me hago ilusiones de una traducción al castellano.

Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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