El prodigio de las migas de pan

No se puede ser libre si no se es independiente.

¿Qué le importa a nadie lo que haga otra persona a puerta cerrada?

Para entonces las lágrimas se me habían secado y mi prioridad en la vida era otra.

El tiempo es lo único que mitiga el dolor, pero actuar para también combatirlo rebaja su intensidad.

Es la diferencia entre darle más importancia a su vida o a la mía. Los hijos somos egoístas por naturaleza, nacemos indefensos y nuestra supervivencia depende de los cuidados, tiempo y sacrificios de nuestros progenitores. Nos acostumbramos a que su vida sea el telón de fondo de la nuestra.

El abandono se había convertido en una constante en mi vida.

En el mundo había demasiados niños abandonados y demasiadas mujeres perdidas.

A medida que fui conociéndola comprendí que, para ella, reír era su forma de no dejarse vencer por la vida.

Aunque, tal vez, las mujeres normales no existen. Y las madres normales aún menos. [...] ¿Cuántas mujeres aisladas habría en todo el mundo pensando que eran las únicas que no podían ser "normales"?