Nosotras nos entregamos en seguida o nunca
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Nosotras nos entregamos en seguida o nunca
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Todavía quedaba en Marguerite orgullo e independencia: dos sentimientos que, heridos, son capaces de hacer lo que el pudor
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Si tuviera que escuchar a todos los que están enamorados de mi, no tendría tiempo ni para cenar
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Las mujeres son despiadadas con las personas que no son de su agrado
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Yo, que habría querido sufrir por aquella mujer, tenía que me aceptaran excesivamente deprisa
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Marguerite, pecadora como Manon y quizá convertida como ella, había muerto en el seno de un lujo suntuoso, en el lecho de su pasado, pero también en medio de ese desierto del corazón, mucho más árido, mucho más vasto, mucho más despiadado que aquel en el que había sido enterrada Manon
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Siempre que se representaba una obra nueva era seguro verla allí, con tres cosas que no la abandonaban jamás y que ocupaban siempre el antepecho de su palco de platea: los gemelos, una bolsa de bombones y un ramo de camelias
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Así como la tan solicitada vida de esas mujeres hace ruido,, su muerte no hace tanto
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¡Era ella!, pero esta vez con el gran atuendo de una mujer de moda, brillando con todos los esplendores de la conquista. Iba maravillosamente peinada y brillaban diamantes y flores entre sus cabellos; llevaba desnudos los brazos y el pecho con collares. En la mano, un ramo de flores...
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Alguien que se arrepiente de una carta que escribió ayer, que se irá mañana si usted no lo perdona, desearía saber a qué hora podrá ir a depositar su arrepentimiento a sus pies. ¿Cuándo podrá encontrarla sola? Ya sabe usted que las confesiones deben hacerse sin testigos.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises