El conde de Montecristo

Cuando aún no ha cumplido veinte años, la suerte sonríe a Edmond Dantés, que está a punto de convertirse en capitán del barco en el que hasta entonces era segundo de abordo, y de casarse con la bella y dulce Mercedes.

Pero Danglars y Fernand, el primero movido por la envidia hacia la promoción laboral de Dantés, y el segundo celoso de la futura unión matrimonial, urdirán un plan para que sea acusado de agente bonapartista. Así pasará catorce años totalmente aislado en prisión, hasta que una vez libre, comience la venganza contra aquellos que sembraron su desgracia.

Tampoco me extenderé, porque poco o nada nuevo puedo aportar sobre este gigante de la literatura universal al que todo el mundo asociamos, habiéndolo leído o no, con el concepto de venganza. Pero en 'El conde de Montecristo' podemos ahondar también en la naturaleza humana, la envidia, en las pasiones y el amor, la justicia (divina), el honor y, por encima de todas ellas, en la avaricia y la codicia.

Escrita por entregas, repercute en el hecho de que encontremos una parte central de considerable extensión, y que corresponde con el periodo de puesta a punto del plan de venganza de Dantés, en la que el lector puede experimentar la sensación de que la acción se frena en seco, viniendo además de una primera parte trepidante.

Ciertas improbables casualidades y una caracterización de los personajes en la que los buenos lo son en extremo y los malos no pueden ser peores, resultan en una novela que aunque no deje la sensación de perfección, se queda con uno por el enorme disfrute que proporciona y la inapelable impresión de haber leído una gran obra maestra.