El conde de Montecristo

¿Alguna vez habéis leído un libro perfecto?

Es el sentimiento que yo tengo con “El Conde de Montecristo”. Puede asustar su tamaño, el hecho de ser un gran clásico de la literatura pero creedme: no le sobra ni una palabra. Más bien podría haber seguido leyendo más y más sobre esta historia…

Estamos en Francia en la época de la Restauración monárquica, después de que Napoleón haya sido desterrado a la isla de Elba y declarado enemigo de Estado. Edmond Dantès es joven, guapo, marinero a punto de ser ascendido a capitán y está prometido a la bella Mercedes. Lo tiene todo a su favor, lo que obviamente despierta muchas envidias. Tres de sus conocidos más cercanos se alían para organizar un complot contra él, acusándole de ser bonapartista. Por un concurso de circunstancias y sobre todo, de mala suerte, Edmond es condenado a pasar el resto de su vida en una celda del Castillo de If, una cárcel marsellesa de la que es imposible escapar… de verdad que me apetece seguir contando la trama pero es mejor que cojáis este libro y lo descubráis por vosotros mismos. Sólo añadiré que es la historia de una venganza legendaria.

El relato está magistralmente construido. Parece que el autor se pierde en tramas innecesarias (aunque interesantes) pero entonces llega un momento en el que ves que todo encaja y te quedas maravillada ante tal destreza narrativa. Es un libro que hubiera podido devorar en una semana si no fuese por la lectura conjunta, que duró tres meses y que solo terminamos unas pocas, pero valió la pena cada momento de esta lectura.

Fue una de mis mejores lecturas del año y no puedo más que recomendarla a todo el mundo. Un libro lleno de aventuras, salseo, venganza… no decae en ningún momento.

Hay que seguir leyendo a Dumas.
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