Crimen y castigo

Hacía tiempo que no sufría leyendo un libro. Me refiero a esa sensación opresiva que envuelve a la historias tristes; y es que, si bien es cierto que la novela tiene un protagonista a ratos odioso, no he podido dejar de sentir miedo por el futuro de Raskolnikov. Es una sensación un poco masoquista, ¿no?: sufrir por un personaje que no se merece que le pase nada bueno y, pese a todo, cruzar los dedos por que todo salga bien.
Dostoyevsky nos transporta de lleno al opresivo verano de San Petesburgo, uno que sólo consigue que la miseria tenga olor propio. Y es que casi puedes imaginarte caminando por esas calles hechas polvo, las mismas en las que Raskolnikov se pierde en monólogos interiores harto perturbadores. Algo que me ha sorprendido es que no esté escrito en primera persona. Ojo, porque eso no hace que el delirio del protagonista sea más amable, ¡todo lo contrario! Los apuntes que va haciendo el autor sobre su salud mental convierten la novela en una historia que roza lo adictivo. No os voy a mentir: quería saber qué iba a hacer "después". Ajá, después de "ese momento" que, aunque estoy segura de que ya lo conocéis, no puedo decir nada.
Mis favoritas han sido Dunia y Sonia. Esas dos chicas tienen ganado el cielo. Nada más que añadir.
Comentaba que Raskolnikov es odioso. Lo es. ¡Pero cuidado!, porque el hecho de que no sea una buena persona no lo hace, valga la redundancia, menos humano. Es un chaval que está harto de ser pobre, que tiene problemas a los que no puede ni sabe hacer frente y que tiende a una soledad bastante... tóxica. ¿Soledad tóxica? Así lo he sentido yo. Cada vez que nuestro protagonista se queda solo, no para de darle vueltas a todo lo que ha pasado. Esa rumiación, sumada a ese discurso caótico salpicado de una imaginación rozando en lo dantesco; hace que el hecho de que tenga delirios persecutorios sea terriblemente interesante. ¿A nivel clínico? Pues puede ser. En la cabeza de Raskolnikov hay un complot, uno que se basa en la suspicacia con la que analiza cada cosa que le dicen. Muy visceral, nuestro antiguo estudiante.
Recomiendo mucho la novela, ahora bien, no creo que sea una buena opción si estáis pasando por un mal momento. Yo me lo he pasado mal, las cosas como son y, pese a todo, no puedo dejar de pensar en que es un novelón.