Azúcar quemado

Nos encontramos frente a un libro que no sé muy bien cómo encajar. al inicio no entendía nada. Eso sí, distinguí mucho desprecio por parte de la hija hacia la madre. Me sorprendió mucho la forma tan dura en que hablaba de ella pero más me sorprendió, más tarde, el comportamiento de la madre hacia la hija. Qué horror de relación. Un amor odio más odio que amor en el que llueven despropósitos cual partido de tenis. Pero es que la cosa no acaba aquí, la abuela de Antara, la narradora, tampoco se queda corta con los comentarios hacia su hija. ¿Alguna madre de esta historia quiere incondicionalmente a su hija? La respuesta es no. Toda la historia es como un círculo vicioso. La pescadilla que se muerde la cola. Antara, odia el Alzheimer de su madre, necesita que recuerde porque necesita echarle en cara continuamente la mala infancia que le dio. Es una novela en la que toda madre es cruel con su hija y viceversa. Aquí ningún personaje masculino tiene fuerza como tal aunque a priori parezca que sí. Todo gira entorno a Tara y Antara. A la relación madre e hija. En la que, por supuesto, varios hombres tienen cabida pero, aunque alimentan queriendo o sin querer esa relación tóxica que tienen entre ellas, no son protagonistas. El final es algo subjetivo, no te cierra la historia de forma que digas: es así y punto. En cambio deja un final a gusto del consumidor. Puede que mi forma de terminar la novela no sea la misma que la de otro lector. Debo decir que esto, me dejó descolocada durante varios días. Tuve que dejar reposar la novela para poder escribir esta reseña que siento que no explica ni define en absoluto qué se puede encontrar si miras más allá de lo que ves. Es una novela compleja, probablemente no para todo tipo de lector pero aun así, si te atrae, te recomendaría encarecidamente que la leyeras.