El árbol del ahorcado y otros relatos de la Frontera

Comencé este libro sabiendo que Dorothy M. Jonhson no escribía el western típico de vaqueros contra indios, aunque en sus textos tenemos indios y vaqueros. Y no he quedado decepcionada.

Irónicamente la palabra que considero que puede englobar todos los cuentos que he leído es cálido, y más en relación a las tramas por la sensación de que me dejó en el cuerpo sus historias. Los cuentos de Johnson fácilmente podría colocarlos en el llamado slice of life (¿rebanada de vida?), sus historias cuentan el día a día de los personajes del oeste no sus grandes gestas, no vamos a encontrar aquí las historias que se resuelven en duelos a muerte fuera de una cantina: pistolas y plantas rodantes. La autora decide enfocarse en el protagonista que pierde su caballo antes del gran asalto al tren, no en las impresionantes figuras de los sin ley.

Podemos ver el western sucio de Sergio Leone, pero aquí no veremos ningún Clint Eastwood dando tiros espectaculares para acabar con toda una banda de malhechores, en este libro nuestro el pistolero impresionante (porque lo hay) se ve incapaz de volver a matar a un hombre después de haber acabado solo con uno, y su maestría con la pistola, su excelente puntería y todos sus trucos se vuelven solo una máscara para enfrentar el mundo, para estar a salvo fingiendo que es capaz de “despacharse” al que se ponga en su camino.

El sin ley de Dorothy M. Jonhson es un hombre engañado incapaz de disparar a alguien y que al tener que cambiar sus buenos modales por gestos amenazadores para poder encajar considera que: “Ser un fuera de la ley es cansadísimo para los músculos faciales”.

Las mujeres tienen un papel importante en estas historias, ellas no están aquí solo para ser el bonito entretenimiento en la cantina. Aquí las mujeres son bastante fuertes, están las jefas criminales, las salen adelante aun cuando tienen que hacerse pasar por un hombre y realizar los trabajos que eran exclusivos de ese género en esa época y quienes salvan a sus hombres cuando lo único que les queda a ellos es la muerte.

Y tenemos indios, por supuesto. Pero en lugar de cabelleras cortadas vamos a encontrar lealtad, veremos que los que han vivido con ellos se vuelven sus familias, no son el enemigo. Es importante resaltar que no tenemos un oeste idealizado, las mujeres son tratadas mal solo por ser mujeres, los niños son abandonados por sus madres, los indios y mestizos son discriminados por su color de piel, llegando incluso a haber un personaje a quien se dirigen como “cara de mono”.

¿Y los romances? Los hay, como una lectora (consumidora en general) que nunca elegiría una historia romántica cuando puedo leer algo más, he sido sorprendida gratamente. Los romances en este libro son un encanto, se dan de manera natural, en su gran mayoría llegamos a la historia de amor cuando esta ya está comenzada, lo que tiene sentido, ya que un cuento de unas páginas no puede dar espacio para desarrollar un amor que esté hecho para mantenerse de la manera en que lo hace en estas historias: personajes que se reencuentran después de años, a veces décadas y tienen su merecido final feliz, están las historias de amor en las que lo mejor que se puede hacer por el ser amado es abandonarlo para que sea feliz y encontraras aquí quienes aman lo suficiente para pensar en la felicidad de los que quieren.

Me siento incapaz de hacerle justicia a las historias que Dorothy M. Jonhson presenta en este libro con mi reseña. Sin embargo, se trata de cuentos de apenas unas pocas páginas y es necesario solo uno para verse atrapado en este libro, yo me lo he leído en unas horas al verme incapaz de soltarlo.