El jilguero

Tengo sentimientos encontrados con este libro, lo empecé con mucha ilusión sin conocer su argumento, su lectura me ha parecido una montaña rusa de trama e intensidad y ha terminado en un ¿ya?
La novela arranca cuando Theo se encuentra en un hotel de Ámsterdam, escondido, asustado y drogado esperando, no sabemos a quién ni por qué está en esa situación. En ese momento recuerda haber soñado con su madre y nos cuenta su historia, se remonta a la edad de 13 años cuando sufrió un atentado terrorista en un museo, se encontraba en la sala donde está el cuadro "El jilguero" una obra de arte de 1654 del pintor holandés Fabritius, discípulo de Rembrandt y maestro de Vermeer. En medio del caso, sale del museo en ruinas con el cuadro y un anillo de un misterioso hombre que también se encontraba allí.
Así arranca una novela que se las prometía felices, me ha encantado la narración, la prosa, como, al igual que Dickens nos cuenta la historia de un huérfano y nos lleva por los recovecos de los bajos fondos de la sociedad y de los sentimientos, las famlias de acogida, los tonteos con el alcohol, los viajes al abismo de las drogas, la mafia, el tráfico de obras de arte y la crítica social.
Me ha gustado y desencantado a partes iguales, me ha gustado mucho lo que me contaba en algunos momentos aunque no aportara nada a la trama, de ahí la extensión del libro.
Lo mejor la prosa, incluso en las partes menos interesantes de la historia avanzas sin darte cuenta, lo peor el final, no por la reflexión que hace que es magnífica sino por no atar cabos, casi 1200 páginas y el final abierto me ha parecido que a la autora se le acabaron las ideas para cerrar el libro...
Es maravilloso pero no me atrevo a recomendarlo.