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«En casa había cuatro habitaciones. La mía, la de mi hermano pequeño Gilles, la de mis padres y la de los cadáveres». Cuando la violencia es tu compañera de juegos y arrasa cualquier sentimiento, la mente de un niño tiene dos opciones: refugiarse en la infancia y luchar contra la realidad, o rendirse a la evidencia y transformarse en un monstruo más. Lo primero desaparece cuando el truco se hace visible, y para lo segundo nadie nos prepara. Los adultos poseemos, buscamos o inventamos mecanismos de defensa que nos alejan del dolor durante algún tiempo. Pero los ojos de una niña observan, retienen y convierten el miedo en algo cotidiano, convirtiéndose en el origen del mal. El amor nos hace libres, y la necesidad de salvarte queda relegada a un segundo plano en el momento en el que, el que necesita ser salvado, es un niño de seis años que duerme en el cuarto de al lado. Es entonces donde comienza una carrera contrarreloj para salvar a tu hermano, para salvarte a ti. «Además de la caza, mi padre tenía dos pasiones en la vida: la tele y el whisky. (…) Mi madre no sé si existía antes de encontrarlo a él. Debía de parecerse a una forma de vida primitiva, unicelular, ligéramente traslúcida. Una ameba. Y con los años pasados junto a mi padre aquella poquita cosa se había ido llenando de miedo». Este libro es una trampa y nosotros apenas un orgulloso animal herido que deja de ser inocente cuando advierte que la muerte forma parte de la vida y que su presencia es siempre un aviso. ¿Qué puede resultar más terrorífico, que cuándo el horror proviene de lo familiar, de lo conocido? «Mi realidad se había desintegrado. Un pánico salvaje empezó a asfixiarme. Me habría gustado que alguien, un adulto, me cogiera de la mano y me llevara a la cama. Que me dijera que habría un mañana y luego un pasado mañana, y que mi vida volvería a tener cara y ojos. Que la sangre y el terror pronto se diluirían. Pero no vino nadie». 'La vida verdadera' de Adeline Dieudonné atrapa desde la primera línea, una novela voraz y arrolladora que empieza como un cuento y que esconde una historia tan profunda y dolorosa, a la vez que ingeniosa e hipnótica, que te abraza y no te suelta. Una historia palpitante, con las dosis precisas de ternura, que permanecerá contigo... después de cerrar el libro. |
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