Breve, intensa, te golpea con fuerza cuando menos te lo esperas. Narrativa en primera persona sencilla y sublime al mismo tiempo. Se lee en una tarde y del tirón, sin frenos. Pese a su final quizá demasiado abrupto, la historia cala; cuando parece que no pasa nada, la autora se encarga de que la confesión íntima de su protagonista cobre fuerza en forma de un mazazo que te pilla por sorpresa. Te limitas a seguir, con el corazón encogido por la extrema dureza de según qué situaciones. Una muy buena lectura con garra, que atrapa y que llega.
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