Me despierto antes de las cuatro, con la boca seca y dolor de cabeza. Recién llegada de una pesadilla que no logro recomponer, pese a que cierto eco de angustia me acompañe mientras voy a la cocina, siento la agresión del fluorescente y me sirvo agua. Ya sé que no volveré a conciliar el sueño. En ocasiones, debemos aceptar el mundo tal cual se nos presenta y jugar según sus reglas. Ellos. Secuencias del desasosiego (Automática Editorial, 2023), de Kay Dick es algo así como una secuencia de relatos, con un tono onírico y desasosegante. Publicada originalmente en 1977, fue en 2020 cuando encontraron un ejemplar en una librería de segunda mano y decidieron reeditarla. Su autora prometía ser una figura interesante. Después de su trabajo en la librería Foyles de Londres, fue la primera mujer en dirigir una editorial inglesa, P.S. King & Son. Además, en lo personal, comvivió más de dos décadas con su pareja, la novelista Kathleen Farrell, colaborando ambas en multitud de revistas y periódicos. Preñada de ambigüedad, como los más inquietantes sueños, el texto breve se encuentra dividido en nuevo capítulos y narrado en primera persona, aunque no lleguemos a descubrir el género o el nombre de nuestro narrador. La trama, desarrollada en las costas del sur de Inglaterra, se construye en torno a dos grupos totalmente polarizados. Por un lado, la comunidad de artistas, que trata de continuar plasmando en sus obras aquello que los posee, así como sus consumidores; y por el otro, unas bandas descontroladas que recorren el país tratando de evitar que el hecho artístico se produzca. No son «ellos» un colectivo menor, sino que estarían entre el millón y los dos millones de individuos. Y tampoco sus «límites» quedan den todo claro, aunque parece que, si sus señales al artista no surten efecto, pueden sumir en la ceguera a una pintora o quemar las manos de un escritor. Incluso pueden encerrar en sus torres a los disidentes, manteniéndolos sedados hasta que sus emociones de disipen, momento en el que les permiten regresar a su realidad, convertidos en meros cascarones vacíos. La distopía nos envuelve, entre breves períodos, a través de distintas misivas y también de lo que parece el manuscrito de una obra literaria. Fogonazos de un mundo que no es el nuestro, pero que nos deja con la congoja de que podría, como en todas esas realidades paralelas que han existido, existen y existirán cuando cerramos los ojos. Enlace: https://www.instagram.com/mi.. + Leer más |