Una breve y sencilla, encantadora e ingenua historia que se lee en un par de horitas y permanece en tí para siempre (o al menos esa prueba la pasó la película de Joseph Leo Mankiewicz que había visto cuando era aún más niño). Escrita sin pretensiones, con buenos giros en la narración y muchos detalles simpáticos: los posibles usos que a Gull Cottage se le puede dar como albergue benéfico se llevan la palma, además de las estentóreas intervenciones del capitán Daniel Gregg, por supuesto. Una mujer que desea empezar una vida propia al fin, después de enviudar, dos hijos que representan los dos polos opuestos de la electricidad que mantiene el fuego encendido (¿o era el gas natural?), y sobre todo el ángel custodio, el cascarrabias, el viejo marino que se resiste a dejar las cosas a medias. |