Conocí al autor con su primera obra, Talión; y esperaba emocionada leer esta segunda. Iba un poco a medio gas, con buenas expectativas por lo que ya conocía, pero preocupada por dos aspectos: 1) La recomendación de Carmen Mola en la portada (su obra no me gustó NADA), y 2) La inspectora Indira Ramos. No quería enfrentarme a otro personaje más trillado y lleno de tópicos. Pues bien, con media predisposición y todo, he de decir que me ha encantado y que lo he devorado en un día. Tiene lo que busco en una novela negra: un ambiente que me cautive, que sea oscuro y me haga sentir "incómoda". Es que ya casi ni me importa saber cómo cierra, porque me despierta en mí las sensaciones necesarias mientras lo leo. No estoy pensando "ay, ay, a ver cómo cierra todo", no lo necesito; porque la trama se sostiene. Los personajes son geniales, están completos y bien construidos, sin quedarse en la superficie, descritos con los dos mismos adjetivos que tan de moda parecen estar ahora en el género. Santiago Diaz sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Y lo logra. |