No hago más que hablarte del gato, es una ridiculez. Soy ridícula. Pero el ridículo no mata, al contrario que la desdicha, de modo que, ¿qué voy a hacer?, pues hablar del gato.
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No hago más que hablarte del gato, es una ridiculez. Soy ridícula. Pero el ridículo no mata, al contrario que la desdicha, de modo que, ¿qué voy a hacer?, pues hablar del gato.
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El amor y el odio son dos sentimientos fáciles de confundir: ni uno, ni otro tienen la menor piedad.
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Ella lo miró por primera vez. A veces basta con mirar las cosas de frente para que empiecen a existir.
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El mundo, tan vasto, y nosotros sin saber qué hacer en ese estúpido piso parisino...
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Mi corazón se ha detenido, pero el tuyo resuena en mi vientre, muy fuerte, como un tambor. Estás en alguna parte. No sé dónde ni con quién, pero estás en alguna parte, con los pies en el suelo y la cabeza alta.
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Una palabra que él nunca pronunció. Todo lo que sabía decir era hasta la vista. Una vez más lo ha conseguido. Nunca olvides que te quiero. |
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