Una novela corta, increíblemente conmovedora, que llega no sólo dando una lección de cariño, humildad y consideración con quienes a lo largo de la vida nos han ayudado, apoyado o simplemente estado en los momentos importantes, sino también de comprensión y paciencia para aquellos que en el ocaso de su vida van perdiendo facultades, los que se piensan una carga para sus familiares y se sienten perdidos, desplazados en una sociedad en la que les demuestra cada día que no se les necesita Mishka vivirá sus últimos días en una residencia porque ya no se puede valer por si misma, ella nos hará valorar el presente, nos emocionará con su último deseo, nos hará ver el lado más humano de la gratitud, nos hará sonreir con su galopante afasia, llenando sus frases de palabras equivocadas que despertarán sentimientos de ternura y afecto que encogerán el corazón y sobre todo a tener paciencia, mucha paciencia con quienes van más lentos porque ya están cansados de tanto andar |