¡Qué sustillo me llevé cuando me llegó! Los que ya lleváis un tiempo por aquí sabéis que no suelo mirar demasiado antes de decir leer un libro. Me gusta ir a ciegas. No esperaba que me cegara el grosor del libro. ¡880 páginas! Como ya decía en la reseña de la última muerte en Goodrow Hill se me hizo ligera y claro, algo necesario para su extensión, puesto que se trata de una gran cantidad. También me asusté un poquito cuando me di cuenta de que databa de la segunda Guerra Mundial. Un terreno en el que me cuesta adentrarme. No ha motivo, solamente es algo que inconscientemente la mayoría de veces evito. En este caso lo que me atrajo fue el caso de los cadáveres de animales. Y, por suerte, no advertí el resto. Si no, me hubiera perdido una gran novela. Lo he disfrutado de principio a fin. El autor me ha conducido por la trama sin darme un minuto de respiro. He sentido que todo pasaba muy de prisa pero no ha faltado detalle. Está muy bien hilada y no queda ningún hilo suelto. Es puro disfrute esta novela. Además de que me ha removido por dentro. Muchas veces, en las novelas, acucio más las muertes de los animales que la de las personas. Pero de todos modos, cuando hay muerte, suele haber un buen libro o eso creo. Muy buena novela con una ambientación también maravillosa. No me ha costado nada meterme en la trama y tampoco entre sus personajes. Una pedazo de novela y no solamente por su extensión. + Leer más |