De esos que corroen tu interior y nunca dejan de punzar hasta hacerte sangrar. No sé qué hacer con ellos, ni cómo derribarlos o enviarlos lejos. No encuentro la forma de defenderme y negarles mi destrucción. Sólo les permito apagarme poco a poco.
No... Ya sé lo que estás pensando... No puedo abrirme y contarlos, eso sería el fin. Dejar que salgan a la luz sería la muerte para mí.