Al final de la calle 118

No sabría por donde empezar a explicar cuáles han sido mis sentimientos con esta novela. Diría que estoy entre el cabreo y la desesperación.
Encontramos a una protagonista rota de dolor y vivencias. Podríamos decir que este libro es una constante búsqueda hacia la felicidad o, al menos, hacia el equilibrio. Valeria se busca sin éxito. Se encuentra perdida, sin ánimos, sin esperanzas... Intenta ayudar a todo aquel que se cruza en su camino; dejando de pensar en que quien más ayuda necesita es ella misma. Estas 354 páginas son de puro dramatismo. Una chica que no finalizó sus estudios, que tuvo que madurar prematuramente, que tiene una hermana mayor que ella, a la que debe sacarle las castañas del fuego cada dos por tres, y viviendo en un motel que se encuentra al final de la calle 118. En la parte de la izquierda, o la derecha, según se mire. Donde sus vecinos tienen el mismo nivel socioeconómico que un escarabajo, o casi que un gusano que está por debajo del subsuelo.

Sin embargo, nos iremos topando capítulo a capítulo con una protagonista que a pesar de que no le gusta su trabajo lo desempeña con la mejor gana del mundo, una Valeria que madura mucho más, si cabe, página tras página. Que se deja conocer, tanto por fuera como por dentro. Hablando sin tapujos, pero también pensando que, lo que menos quiere, es quedarse encerrada entre cuatro paredes como su hermana y que la traten como a ella. No quiere seducir a los hombres, no es su principal objetivo. al menos no es lo que ella necesita. Busca estabilidad, una vida mejor y huir de todo aquello que le ha ido cerrando puertas a su paso.

Si os gusta el dramatismo esta es vuestra novela. Si queréis ver como una persona que no tiene nada valora las pequeñas minucias que le ofrece la vida, como por ejemplo poder abrir los ojos diariamente, esta es vuestra novela. Un libro como la vida misma, una que no te regala nada y que, para colmo, te irá poniendo trabas a lo largo de tu camino. No sin antes presentarte el lado bueno de las cosas. Un chico que parece vivir en otra galaxia, que se siente tan perdido como ella, pero que gracias a él encontrará lo que verdaderamente estaba buscando. Y no, no es la felicidad. Lo que necesitaba Valeria era alguien con quien no conviviera las 24 horas del día, con la que poder desahogarse y con la que se sienta escuchada. Todo ello es Simon. Un chico que busca la sonrisa, que no se torna fácil, entre los labios de la protagonista.
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