Los juegos del hambre

Ambientado en un mundo postapocalíptico, la sociedad de Panem se estructura en los distritos que mencionaba antes. Hay doce en total, los primeros los más ricos y los últimos los más pobres. Cada uno se dedica a un oficio en particular y, por encima de todos ellos, está el Capitolio, la cuna de la riqueza, el derroche y la superficialidad. El cambio entre un sitio y otro es abismal y así lo vemos a través de los ojos de Katniss. Es increíble ver cómo hay personas que pueden tener cualquier cosa con solo chasquear los dedos y otras que literalmente se mueren de hambre porque ni siquiera pueden disponer de los productos que producen.
Katniss es un personaje de diez. Su voz narrativa es fuerte y seria y sí, resulta muy fácil ponerse en la piel de Katniss y ver cómo tiene que lidiar con la brutalidad que le ha tocado vivir. Lo que no es tan sencillo es saber lo que siente bajo esa capa de miedo y rabia y es normal. A veces ni ella se comprende, aunque con esta relectura ahora diría que la entiendo mejor. Entiendo que le cueste derribar ciertas barreras, que hay cosas mucho más importantes en las que pensar y que, aunque en la superficie parezca algo fría y distante, en el fondo daría lo que fuera por proteger a los suyos. Ahora, la situación en la que se encuentra la supera, es mucho más grande que ella, y no por eso baja la cabeza ni se resigna: lucha con todas sus fuerzas y eso, desde mi punto de vista, lo único que hace es acentuar ese instinto protector y que se dé cuenta de lo mucho que le importa la gente de su alrededor.

En cambio, Peeta es todo lo contrario: es mucho más abierto que Katniss y siempre me ha parecido uno de los personajes más dulces que he leído. Siempre me saca una sonrisa y lo que más admiro de él es que tiene una condición muy noble. al igual que Katniss, no quiere que la situación lo arrastre y lo cambie: quiere seguir siendo él hasta el final.
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