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Crítica de WonderAlice


WonderAlice
04 January 2024
Piranesi es una casa que es un personaje en si mismo. Es una casa-laberinto que está viva, que interactúa con el protagonista y que tiene una belleza sin igual para aquellos que la respetan, la cuidan y se molestan en entenderla.
Piranesi es enorme, llena de salas, vestíbulos, escaleras y muchas estatuas. Piranesi tiene salas inundadas, tiene salas llenas de nubes y salas en las que la luna ilumina todo el espacio como si fuera un gran sol. Es una casa en la que solo vive un hombre, y a veces, aparece otro, el Otro.

Piranesi también es la historia narrada en primera persona y a modo de diario de un investigador, Piranesi, que recopila datos sobre la casa. Piranesi es tranquilo, honrado, respetuoso y con un punto de ingenuidad. Piranesi, es buena persona y piensa que los demás también lo son. El Otro es altivo, egoísta, violento, y a menudo utiliza a Piranesi para sus propios fines. Piranesi busca un amigo y el Otro, busca a alguien que le haga el trabajo.

Piranesi es un montón de metáforas: de cómo era la relación de los hombres con la naturaleza, cuando conocíamos los ritmos de la luna, de las mareas y cuando no necesitábamos más que la naturaleza para ser felices. Piranesi nos muestra que ese mundo sigue existiendo ahí fuera, y que podemos volver a encontrarlo si hacemos el esfuerzo de volver a la niñez, a la inocencia. Pero también es una metáfora de cómo son las relaciones entre los hombres, los que buscan el bien común y a los que solos les mueve su egoísmo, los que son explotados y los que viven a expensas del trabajo de los demás.

ADVERTENCIA
Si buscas leer un libro de aventuras y con mucho ritmo, Piranesi no es para ti. En Piranesi el ritmo es lento, pausado y Susana Clarke te invita a saborear cada una de las palabras. Entre medias, hay duelos de arqueólogos narcisistas, ocultismo, secuestros, asesinatos y crímenes sin resolver. Pero de forma tranquila, sin mucho alboroto, porque todo eso pasa también en la casa, pero no es lo importante. Lo importante es la Casa en sí.

Qué no puedes perderte:
1. Que está escrito de forma similar a un diario, con entradas que llevan un título y una fecha (una fecha curiosa, por cierto).

2. El uso de un lenguaje aséptico, preciso, con varias descripciones, tal y como escribiría un científico que estuviera llevando a cabo una investigación.

3. La descripción que hace de los espacios y de los personajes. Los espacios tienen descripciones meticulosas, pero nada aburridas. Son descripciones que apelan a los colores, al olor, a la incidencia de la luz. Yo diría que es casi lo mejor de la novela. Lo mismo con los personajes, donde se hace una curiosa mención a la vestimenta del Otro, que va cambiando con cada visita.

4. Que está escrito en primera persona, y que vas descubriendo la historia a medida que lo hace el personaje. Este juego de la primera persona es muy peculiar, pues en muchas ocasiones te hace perderte y no saber qué es lo que estás leyendo, te hace dudar hasta el punto de que no sabes qué es real y qué no.

5. La referencia a Giovanni Battista Piranesi, un arqueólogo y grabador que tiene algunas obras expuestas en el museo del Prado en Madrid, como la “Vista interior del Panteón”, que en cierto modo recuerda a algunas de las descripciones que se hacen de alguna de las salas. Piranesi también tiene algunas imágenes de prisiones u calabozo imaginarios, con multitud de escaleras que suben y bajan, reflejando mundos oníricos muy del gusto de los encuadres cinematográficos que hacía Eisenstein (por cierto, admirador de Piranesi) en películas como Octubre, o las distorsiones de las obras de Escher.

Mi opinión
Este libro podría estar en las estanterías de ciencia ficción de una biblioteca o en las de filosofía. Tanto da. Y lo digo porque a mí me recuerda a otro libro escrito por un filósofo, un libro donde había dos prisioneros dentro de una cueva que se planteaban la existencia de dos mundos: el mundo que ellos veían en el interior de la cueva y que era resultado de las sombras que proyectaban los objetos y el mundo de los objetos. Me refiero a La Cueva, de Platón. En este caso, no hay objetos reflejados, pero sí hay estatuas que reflejan o recuerdan de cierta manera otro mundo.

También digo que me recuerda a un libro sobre filosofía porque te invita a pensar, a descubrir, a reflexionar. Susana Clarke consigue que en medio de un mundo lleno de acción, de prisas y de carreras, encontremos un lugar para descansar, desconectar y recomenzar.
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