No

Recuerdo dos trabajos que me marcaron especialmente en mis años de estudiante de Filología Hispánica: uno -por lo aburrido que fue para mí- trataba sobre la obra de Javier Cercas "Soldados de Salamina"; el otro -que me dejó una huella indeleble y que bien hubiera podido ser el inicio de mi tesis de haber hecho el doctorado- trataba sobre la literatura que aborda los feminicidios de Ciudad Juárez.
¿Y que por qué estoy hablando de esto? Porque en el "No" de Ricardo Chávez Castañeda ambos se dan la mano para construir su mundo particular.
La obra de Chávez Castañeda comienza con una parte, seguramente autobiográfica, en la que se habla de la conmoción que le produjo al autor conocer la muerte del escritor Ignacio Padilla. Y no es de extrañar, puesto que, ambos, junto a Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz y Jorge Volpí, formaban parte de la llamada "Generación del Crack" mexicana. Y, aunque como dice el autor, no tuvieran la mejor relación, es imposible que no te afecte la muerte de alguien más o menos de tu edad con el que has compartido muchas cosas.
Esa muerte le hace reflexionar y empezar a escribir sobre otras muertes que afectaron mucho a su familia, sobre todo sobre la muerte de Claudia, la novia de su primo Omar, que sería un feminicidio y representaría los continuos asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez.
Y es aquí donde he tenido muchos momentos de querer abandonar el libro. Y es aquí donde he seguido leyendo porque tenía que reseñar el libro, pero he acabado del autor y de sus motivos por los que escribir o no escribirlo, de su exmujer Jana, de Javier Cercas y de Juan Rulfo hasta el último pelo.
Diré a este respecto que recuerdo que en el faldón rojo que recubría la portada del libro "Soldados de Salamina" venía una frase de, creo recordar que era García Márquez, en la que se decía algo así como que el libro tenía cien páginas magistrales. Y que cada vez que un compañero de carrera y yo la veíamos, decíamos, entre el humor y la amargura, algo así como: "qué razón tiene. Lo malo es que le sobran otras cien para no ser un tostón". Pues, siendo esto así, ¿qué puedo opinar de una obra que quiere parecerse a la obra del escritor cacereño? Me temo que más o menos lo mismo; que al principio me enganché, que su trepidante final me parece una genialidad, pero que en el intermedio, sobre todo las páginas más metaliterarias, me han aburrido tanto que no he abandonado su lectura solo por obligación. Solo que en el caso de esta obra, que quiere habla de feminicidios y teniendo obras algunas preciosísimas y otras trepidantes en la cabeza que abordan este tema, me producía mucho coraje todas las páginas desperdiciadas hablando de porqué contar la historia y por qué no, sobre cómo hacerlo, etc. y no en las mujeres. Hasta que llegado al final lo he entendido, pero, al igual que me pasa con "Soldados de Salamina", solo puedo concluir diciendo: "qué gran obra si le quitáramos la mitad"